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((**Es15.323**) -No se burle, don Bosco, replicó aquél; no soy ningún caballero, sino un simple industrial que hace sus negocios como puede. -Sin embargo, una persona como usted necesitaría alguna condecoración que le hiciera, como a tantos otros de su rango, más respetable ante sus subalternos, su clientela y la sociedad. >>No le parece? -Cierto, no me disgustaría la cosa. -Pues bien, escuche. Usted ha tomado el trabajo del pavimento para la iglesia de San Juan. >>No podría hacerme gratuitamente el trabajo y me libraría de una preocupación? Sería una obra buena a los ojos de Dios. Por mi parte, me comprometo a que le concedan la cruz de caballero. -Se podría hacer esto, dijo aquel señor. -Pues entonces, cosa hecha, concluyó don Bosco. Sin embargo, en la práctica, pensaba Repetto que era demasiado malgastar liras por una condecoración. Manifestó ((**It15.370**)) su indecisión a don Antonio Sala, el cual lo exhortó a que hiciera cuanto don Bosco deseaba, contándole que la generosidad con don Bosco siempre había aportado fortuna. En efecto, el señor Repetto hizo el pavimento, obtuvo la cruz de caballero y, poco después, por medio del Oratorio, recibió el encargo de un monumento a monseñor Vera en la catedral de Montevideo, con lo que ganó una buena cantidad 1. La puerta principal constituye un nuevo trabajo artístico en Turín. Es de madera de nogal, con bajorrelieves en bronce. La dibujó el profesor Boidi, expresando una idea de don Bosco, el cual quería que, al entrar los turineses en aquel templo, recordasen que era un monumento a Pío IX. Destacan en ella de modo especial dos cuadros, que representan las dos solemnidades más sobresalientes celebradas por aquel Papa: la definición dogmática de la Inmaculada Concepción de María Santísima y la proclamación de san José como Patrono universal de la Iglesia. En el primero hay un detalle digno de mención. Ante el Pontífice, está un Prelado revestido de dalmática, con modesto ademán, sosteniendo un libro abierto: por sugerencia de don Bosco el artista representó en él la figura del intrépido monseñor Luis Fransoni, que era Arzobispo de Turín en el 1854, año de la definición. Las gastos de todo corrieron a cargo del exalumno don Juan Anfossi, quien, habiendo quedado huérfano a los trece años, fue recogido por don Bosco 1 Tenemos el borrador de la carta dirigida por don Bosco al Ministro de Gobernación, para la condecoración (Apéndice, doc. núm. 51). (**Es15.323**))
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