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((**Es14.725**) perfectamente si somos mercenarios o si trabajamos por su amor. >>Nosotros mismos alabaremos y estimaremos al que busca la alabanza? 10.° Justa severidad: no se toleren respuestas insolentes y faltas al reglamento, principalmente por los mayores. La ley debe ser igual para todos, por lo tanto, ciertas faltas sean siempre castigadas. Las atenciones especiales tenidas con los alumnos de quinto curso durante los años pasados produjeron frutos amarguísimos. La tolerancia los hizo altivos. Murmuraban tranquilamente en presencia de los asistentes y, como eran mayores, no se les tenía en cuenta. -Insultaban a quien no les gustaba, y se agachaba la cabeza. -Se les sorprendía in fraganti y se les prometía silencio. -Son mayores, se decía, para excusarlos. -Y si un pequeño hubiese obrado así, >>se le habría perdonado? >>Y no es esto una injusticia? La demasiada bondad hace que, al llegar a cierto punto, ya no se puede seguir así; entonces se habla, se querría que el Director hiciese, que hablase. -Pero ante la alternativa de despedirlos o aguantarlos todavía un mes, qué decisión se puede tomar? >>Expulsarlos? íPero quizá conocen secretos importantes que alguien les comunicó! >>Aguantarlos? Pero los pequeños desobedecen, desprecian imitando a los mayores. -No reciben los sacramentos, porque no lo hacen los mayores. -Se portan mal en la iglesia, porque los mayores no quieren saber nada ((**It14.849**)) de devociones, se hacen soberbios, intratables, porque así son los mayores. >>Qué hay que hacer? El maestro del quinto curso manifiesta a principio del año a sus alumnos el gran bien que pueden hacer a todo el colegio con su buena conducta. 11.° No amparar las escapatorias de los muchachos, no ocultarlas por un amor propio mal entendido, por miedo a perder la confianza a cierta popularidad. Guardaos de tomar parte en sus faltas contra las reglas con ciertos permisos, meriendas, baños, recibiendo dinero que debía entregarse al prefecto, con ciertas compras sin permiso del director. En estos casos, además de la desobediencia, pesará sobre el que quiere obrar por su cuenta toda la responsabilidad del mal que puede venir, y entonces no es el director el que dará cuenta ante el tribunal de Dios si no quien ha otorgado el permiso. El clérigo y el sacerdote, deben ser los primeros en respetar la regla, porque el ser superior no suprime la obligación de obedecer las reglas de la sociedad e incluso del colegio. Dicen los teólogos que el legislador está también obligado a la ley promulgada por él, para evitar el escándalo que se seguiría si no la observara. Nosotros estamos obligados por el voto de obediencia, como tantas veces explicó don Bosco. Debemos ser la personificación de la regla y cientos de bonitos discursos, sin el ejemplo, no valen para nada. Cuando el joven ve obedecer al que es superior a él, también se somete de buena gana y no escucha ciertas razones: -Porque son superiores hacen lo que quieren. -Y no es nuestra voluntad la que nosotros, superiores, hemos de hacer sino lo que manda la regla. La regla es superior a todos: íes la voz de Dios! 12.° Respetar la fama de los alumnos: -no mortificarlos en público con ciertas expresiones o términos indecorosos; -no dejar entender que se sospecha, sino vigilar con prudencia sin que se den cuenta; -no reprenderles sin estar seguros de las faltas; por tanto, no creer enseguida las informaciones, no obrar precipitadamente, sino examinar la cuestión con sangre fría. No contar a los alumnos nada deshonroso para los compañeros, por ningún motivo; aunque en el pasado hubiesen tenido una conducta inmoral, no se recuerde, sobre (**Es14.725**))
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