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((**Es14.545**) por sospechas de espionaje, alistamientos forzados de los muchachos mayores, intentos de robo, disparos de fusil; pero, más que ningún mal, afligía a los nuestros el visible empeoramiento de su Superior y, sobre todo, la imposibilidad de alcanzar, en medio de tan trágicas circunstancias, los auxilios de la ciencia médica. Cuando terminó la guerra, su estado parecía desesperado. Arrastraba la enfermedad hacía tiempo, pero disimulada siempre virtuosamente bajo un exterior habitual tranquilo y una vida de continuo trabajo; pero los últimos dolores y privaciones diéronle el golpe de gracia. Restablecida la paz, descubrieron los médicos un cáncer de estómago. Desde aquel funesto día 21 de junio hasta el 4 de agosto, cuando voló al cielo, su vida fue un continuo sufrimiento. Añadióse a su mal la pulmonía, cuyo método de cura redobló su martirio. No se lamentaba, no hablaba de su propio estado; cuando fue el Arzobispo a visitarle, le habló de las calamidades públicas y le recomendó la Escuela Profesional. Pensó en los asuntos de casa hasta primeros de julio; después, dijo a don Santiago Costamagna: -Ya no tengo nada que hacer. Ofrezco a Dios mi vida por nuestras obras. Ahora me preparo a bien morir. Desde aquel punto, no habló más de ningún asunto y se limitó a contestar a los que le preguntaban sobre algo. Una mañana, antes de recibir al Señor, reconoció sus culpas, pidió perdón a los presentes y ausentes, recomendó a todos la unión fraterna, la diligencia en las prácticas de piedad y el amor a la castidad. Poco después, estando presentes don José Vespignani, don Esteban Bourlot y el entonces coadjutor Caprioglio, habló así: -Mirad, ahora tengo ante mí todos los años de mi vida. Algunos me afligen, porque entonces no pensaba como debía en Dios y en el alma; pero, entre tantos, tengo dieciséis, que me llenan de consuelo y son los años pasados en la Congregación. Había entrado con don Bosco en Mornese, donde ejercía de maestro punto de caer desfallecidos por el hambre. Bendita sea vuestra señoría. Venga a vernos. Ruegue por mí y por los operarios evangélicos entre los salvajes. La gracia de N. S. Jesucristo esté siempre con nosotros. Amén. Turín, 24 de octubre de 1880 Afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. Nota. -El sangrante asado con cuero al uso argentino era carne cruda para los italianos. No sabemos de dónde sacó don Bosco la noticia de la <>. (**Es14.545**))
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