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((**Es14.544**) provincias y la aristocracia. Las tropas nacionales se pusieron a las órdenes del primero; el otro, decidido a sostenerse por la fuerza, improvisó un ejército reclutado a toda prisa y armado como pudo. Los partidarios de ambos trabaron una lucha sangrienta, cuyo furor culminó en el mes de junio 1. Las milicias nacionales cercaron la capital por asedio, de modo que el colegio de San Carlos se encontró entre dos fuegos. Don Francisco Bodrato había tenido la previsión de hacer con tiempo discretas provisiones de galletas, harina, frutos secos, bacalao y otros víveres de primera necesidad. Envió a sus casas a los alumnos ((**It14.639**)) que tenían padres; pero, entre aprendices y estudiantes, quedaron en el colegio unos cuarenta. Nuestros sacerdotes hubieran querido salir al campo de batalla tan pronto como empezase el ataque para asistir a los heridos, pero el Inspector leyó una carta de don Bosco, el cual decía que, siendo nuestro deber principal atender a los muchachos, no se expusiera nadie sin necesidad, como podía suceder en el caso de que los demás institutos religiosos no bastaran al efecto o tuvieran lugar encuentros armados junto a nuestras casas y en nuestras parroquias; en cuyo caso los Salesianos tenían que ser los primeros. El 21 de junio hubo una lucha furiosa con varios miles de muertos en la parte extrema del territorio de nuestras parroquias de San Carlos y de la Boca. Precisamente aquel día el pobre don Francisco Bodrato, gravemente enfermo y a instancias de todos los Hermanos, había logrado arrancar el permiso para entrar en la ciudad sitiada y hacerse visitar por un médico. Pero ívaya espectáculo que le tocó contemplar! íVio desfilar carros llenos de muertos y heridos, que regaban de sangre las calles, y alrededor mujeres y niños que corrían gritando y buscando afanosamente a sus seres queridos! No tuvo valor para hacer su camino en medio de tanto horror y se volvió muy pronto atrás, llevando a los suyos los signos de la angustia grabados en su rostro. Todo se experimentó en aquellos tristes días, hambre 2, ((**It14.640**)) arrestos 1 Para tener una idea de aquella lucha, baste saber que, por tierra, dos cuerpos opuestos del ejército eran mandados por dos hermanos y, en el Río de La Plata, dos fragatas contrarias estaban capitaneadas respectivamente por padre e hijo. 2 En el mes de octubre había entregado a don Bosco el sacerdote Valzacchi una limosna de cien liras para los misioneros, y le mencionó estos sufrimientos al contestarle: Muy querido en N. S. J. C.: Centuplum accipietis et vitam aeternam possidebitis. Le agradezco, en mi nombre y en el de mis hijos, que se encuentran en Patagonia y que pasan verdaderos apuros. Con motivo de la guerra, el Gobierno no pudo prestarles ayuda y tuvieron que vivir ocho días a base de carne de burro cruda, sin sal y sin pan. Fue milagroso cómo recibieron auxilio el noveno día; estaban a (**Es14.544**))
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