Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es14.441**) pero, cuando sus obras comenzaron a despertar tanta admiración en el mundo civil, no habría parecido verosímil que todavía hubiese alguien que quisiera recurrir a actos de tan salvaje barbarie. Y, sin embargo, en el año de gracia 1880, sufrió dos atentados, a corta distancia uno de otro, quizá relacionados entre sí, y urdidos por los sectarios para quitar de en medio violentamente a nuestro buen Padre. El primer golpe debía darse una de las últimas semanas de junio, por un exalumno del Oratorio que se llamaba Alejandro Dasso y vivía de su trabajo en Turín. Se presentó en la portería pidiendo hablar con don Bosco. Como conocía la casa, llegó por su cuenta hasta la habitación y fue introducido en ella. Tenía los ojos extraviados y parecía un hombre abstraído y preocupado por algo que atender muy distinto de quien estaba delante. Don Bosco lo recibió ((**It14.516**)) con su acostumbrada amabilidad; pero, como el mozo callaba y parecía que una creciente agitación lo llevaba al paroxismo, el Siervo de Dios le preguntó: ->>Qué quieres de mí? íHabla! Ya sabes que don Bosco te quiere. Entonces el infeliz se postró de rodillas, rompió a llorar y sollozando le contó una fea historia. Se había inscrito en la masonería, la secta había condenado a muerte a don Bosco y se habían sacado a suerte doce nombres, doce individuos debían sucederse por aquel orden para cumplir la sentencia. -íA mí me ha tocado ser el primero, precisamente a mí! íY para esto he venido!... Pero yo no haré jamás semejante acción. Cargaré sobre mí la venganza de los otros; revelar el secreto es mi muerte, estoy perdido, ya lo sé, pero >>matar yo a don Bosco: íJamás! Dicho esto, sacó el arma escondida y la arrojó al suelo. Don Bosco lo levantó, intentó calmarlo, darle seguridad, pero todo fue inútil, el pobrecito salió precipitadamente de la habitación como si una fuerza misteriosa lo empujase hacia el abismo. El Beato escribió en seguida una cartita al padre, hombre muy prudente, invitándole a ir urgentemente al Oratorio, donde le puso al tanto de todo. Pero su hijo desgarrado por los remordimientos, el 23 de junio se echó vestido a las aguas del Po. Los empleados de consumos lo sacaron a tiempo y lo entregaron a dos policías, que se lo llevaron a su casa. Dos días más tarde escribió el padre a don Bosco para contarle lo sucedido y pedirle ayuda: -<>. Don Bosco volvió a ver varias veces a este padre desgraciado con quien concertó la manera de volver al hijo al buen camino, librándolo (**Es14.441**))
<Anterior: 14. 440><Siguiente: 14. 442>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com