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((**Es14.442**) al mismo tiempo de la venganza de los cómplices. En efecto, después de socorrerlo generosamente le pudo facilitar la fuga al extranjero, y buscarle un asilo seguro, donde vivió desconocido hasta el fin de sus días. El segundo atentado ocurrió de manera más trágica, en diciembre del mismo año. Un joven señor, como de unos veinticinco años, fue a visitar a don Bosco, quien le indicó cortésmente ((**It14.517**)) que se sentara a su lado en el sofá. Su cara inspiraba poca confianza, desde el primer momento, algo siniestro, que relampagueaba en sus ojos, aconsejó a don Bosco a ponerse en seguida en guardia y vigilar sus movimientos. Un nerviosismo mal reprimido le agitaba. Así sentado, hablaba inconexamente, yéndose por las ramas y a veces se acaloraba y gesticulaba como un exaltado; de pronto, en la agitación se le resbaló del bolsillo al diván un pequeño revólver de seis tiros. Sin que él se diera cuenta, don Bosco puso diestramente la mano encima y despacito se lo metió en el bolsillo. Aquél, en su desatinado hablar, había soltado frases provocativas, como si quisiera armar camorra... Al llegar a cierto punto, volvió su fulmínea mirada alrededor, echó su mano derecha al bolsillo, hurgó una y otra vez con señales de extrañeza y despecho, se puso en pie, observó acá y allá y no se calmaba. También don Bosco se había levantado y, mientras seguía el otro sus frenéticas pesquisas, con toda tranquilidad le preguntó: ->>Qué busca, señor? -Tenía una cosa aquí en el bolsillo... Quién sabe cómo... >>Pero, dónde habrá ido a parar? -Habrá creído que la tenía y en cambio... -íNo, no!, replicó aquel enfurecido, dando vueltas por la habitación y penetrando en la estancia contigua. Don Bosco se aproximó rápidamente a la puerta y, puesta su mano izquierda sobre el picaporte dispuesto a abrir rápidamente, apuntó el arma contra él y, sin descomponerse, le dijo: ->>Es esto lo que usted buscaba, verdad? El bribón quedó de piedra y quiso apoderarse de su revólver. Pero don Bosco le intimó con energía: -íEa!, íSalga inmediatamente de aquí y que Dios tenga misericordia de usted! En aquel momento abrió la puerta y dijo a algunos que estaban en la antesala que acompañaran al señor hasta la portería. El asesino se resistía, pero don Bosco replicó: -íSalga y no vuelva más! Finalmente salió. (**Es14.442**))
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