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((**Es13.411**) y creo que también el mundo entero... Dentro de brevísimo tiempo, estará ciertamente en los altares>>. En marzo de aquel mismo año comenzaron a enviar los católicos italianos peticiones para que fuese introducida su causa de beatificación; en 1907 Pío X permitió que fuera introducida la causa y constituyó el tribunal, bajo la presidencia del cardenal Cretoni, prefecto de la Congregación de Ritos 1. Encontramos una curiosa circunstancia, ignorada por los periodístas, recordada por don Joaquín Berto y confirmada por don Bosco. Alrededor de las cinco y tres cuartos de aquella tarde bajaban del Capitolio el Beato y su secretario, cuando los lobos, que, en recuerdo de una remotísima leyenda, cría y mantiene el Ayuntamiento de Roma en el declive de la colina, comenzaron a aullar tan fuerte y en un tono tan triste, durante más de cinco minutos seguidos, que los viandantes se paraban y un señor, próximo a los dos, exclamó: -íLlorad, sí, llorad, pues nuestro Padre Santo ha muerto! <>. ((**It13.479**)) El Siervo de Dios, que no pudo volver a ver vivo al Papa, le contempló difunto. Los sagrados restos mortales estuvieron expuestos en San Pedro, en la capilla del Santísimo Sacramento, desde las siete de la mañana del domingo 10 de febrero, de acuerdo con las antiguas costumbres, con los pies fuera de la verja cerrada. La oleada del pueblo fue inmensa y continua durante los cuatro días. Escribe don Joaquín Berto con fecha 12 de febrero: <>. Don Bosco salió de allí con el corazón conmovido; pero su conmoción se cambió en ternura cuando entró en casa. El 27 de enero, casi desesperando de obtener la audiencia, había dirigido al Padre Santo esta súplica, en la que le pedía condecoraciones para insignes bienhechores suyos. 1 Monseñor Mercurelli, secretario de los Breves a los Príncipes, en su atildadísimo discurso latino De eligendo Pontifice, leído como de costumbre después de la misa De Spiritu Sancto antes del cónclave, tocó este punto, volviendo el discurso al alma beatísima del Pontífice: Tibi dedit Deus ut nobilis victrix iniquorum temporum e terra discederes; dedit virtuti tuae commune orbis studium, desiderium et praeconium, daturus fortasse etiam olim, ut tua memoria caelitum honoribus consecretur. (Dios te ha concedido que te marcharas de esta tierra, noble vencedor de tiempos inicuos; ha concedido a tu vitud el amor, el deseo, la añoranza y el encomio de todo el mundo; tal vez un día hará que tu memoria sea consagrada con los honores aquí reservados a los héroes del cielo). L'Unit… Cattolica en su n.° 52 (día primero de marzo) escribía: <>. (**Es13.411**))
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