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((**Es13.355**)de aflicciones de espíritu, de falta de fervor, de vergüenza en la confesión, que haga demasiado pesada la manifestación de los pecados. Si alguno de vosotros quiere que cese una obstinada tentación, vencer una pasión, verse libre de muchos peligros de esta vida, o alcanzar una gran virtud, no tiene más que hacer que invocar a María Auxiliadora. Estas y otras gracias espirituales son las que se obtienen en mayor cantidad, y que no se llegan a saber y hacen más provecho a las almas. No es del caso que os enumere los muchísimos que invocándola con esta jaculatoria, obtuvieron gracias especiales. He aconsejado la jaculatoria: María Auxilium Christianorum, ora pro nobis. A cientos, a millares, de casa y de fuera de ella, les recomendé que, si no habían sido escuchados rezando esta jaculatoria, vinieran a decírmelo. Y, hasta ahora, no ha venido ninguno a decirme que no había obtenido la gracia. Digo mal, he de corregir mi error, hubo alguno, como hoy mismo, que vino a quejarse de no haber sido escuchado. >>Pero, sabéis por qué? Habiéndole preguntado, confesó que sí había tenido la intención de invocar a María, pero que después no la había invocado. En este caso no es la Virgen María la que falla, somos nosotros los que fallamos, no rezándole; no es que María no nos escucha, somos nosotros los que no queremos que nos escuche. La oración debe hacerse con insistencia, con perseverancia, con fe, con verdadero deseo de ser escuchados. Quiero que hagáis todos esta prueba y que animéis a que la hagan también todos vuestros parientes y amigos. En esta próxima fiesta de María Auxiliadora, si viniesen a veros y, si no vienen, escribiéndoles una carta, o dándoles recado en familia, decidles de mi parte: -Don Bosco os asegura que si queréis obtener alguna gracia espiritual, recéis a la Virgen con esta jaculatoria: María Auxilium Christianorum, ora ((**It13.411**)) pro nobis, y seréis escuchados. Se entiende que se rece con las condiciones que ha de tener toda oración. Si no sois escuchados, haréis un favor a don Bosco escribiéndole. Si yo llego a saber que uno de vosotros ha rezado bien, pero en vano, escribiré inmediatamente una carta a San Bernardo diciéndole que se equivocó cuando dijo: <>. Pero, podéis estar seguros de que no ocurrirá que tenga que escribir una carta a san Bernardo. Y, si tal me ocurriese, entonces el santo Doctor sabrá encontrar en seguida algún defecto en la oración del suplicante. Os reís por lo de enviar una carta a san Bernardo. >>Es que no sabemos dónde se encuentra san Bernardo? >>Acaso no está en el cielo? -Hay dificultad en correos, se oyó exclamar a don Miguel Rúa; no saben cómo hacer llegar a destino la tal carta. -Ciertamente, contestó don Bosco, que para llegar hasta la morada de san Bernardo, haría falta una ambulancia de correos, que corriese muy aprisa y quién sabe cuánto tiempo. No bastaría el telégrafo y, aunque la corriente eléctrica recorra en un relámpago grandísima distancia, sin embargo, en este caso, faltarían los hilos. Pero, para escribir a los santos, nosotros tenemos un medio más veloz que los coches, el tren o el telégrafo, y no temáis que los santos no reciban nuestras cartas en seguida, aun cuando el cartero llegara con retraso. En efecto, ahora mismo, mientras os hablo, con mi pensamiento, más veloz que el rayo, me levanto a los espacios del cielo, subo arriba, arriba, por encima de las estrellas, recorro distancias inconmensurables, y llego al sitial de san Bernardo, que es uno de los más grandes santos del paraíso. Haced, pues, la prueba que os he dicho y si no sois escuchados no encontraremos dificultad en enviar una carta a san Bernardo. Bromas aparte, os repetiré que al fin de esta novena que todavía está en curso, grabéis en vuestro corazón estas palabras: María, Auxilium Christianorum, ora pro (**Es13.355**))
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