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((**Es12.505**)((**It12.599**)) al cumplimiento de sus deberes. Del mismo modo les enseñó los talleres, especificando las incumbencias de los jefes de taller y de los asistentes. -He aquí, decía, cómo trabajan estos sacerdotes, clérigos y coadjutores, con un mismo espíritu y con el único fin de salvar las almas. Señaló después allá en lo alto, en el centro del Oratorio, su cuartito, adonde los invitó a visitarlo a menudo para manifestarle sus impresiones, exponerle sus dudas y oír una palabra amistosa. Después dirigió sus pasos al oratorio festivo. Allí un gran movimiento de muchachos y jóvenes que acudían en los días festivos a cumplir sus deberes religiosos; allí toda una inteligente organización de clases para la catequesis, juegos, prácticas religiosas; allí parecía que don Bosco se encontraba precisamente en su centro. De allá bajó a los comedores, donde con paternal sencillez los invitó a comer el pan de don Bosco, que él llamó pan de la divina Providencia, suministrado por la caridad de tantos buenos Cooperadores y compartido por los Salesianos con sus pobres muchachos, estudiantes y aprendices. Así expuestas las dos primeras partes del programa que había enunciado, pan y trabajo, como si quisiera estrechar los lazos de una mayor intimidad con los suyos en el coloquio entablado, dijo con acento de viva complacencia: -Después de todo lo que hemos visto, nos queda todavía lo mejor, no sólo para ver, sino para saborear: el paraíso. El auditorio extasiado y lleno de curiosidad aguardaba oír cuál era el paraíso a que se refería entonces don Bosco. íEra el santuario de María Auxiliadora! Y lo pintó de tal modo que despertó en ellos admiración y verdadero gozo. Delicadamente los introdujo en él por la puerta del fondo, paso a paso, hasta llegar ante el altar de Jesús Sacramentado y del cuadro de la Santísima Virgen. Habló de las solemnes funciones, de la devoción de tantos jóvenes y fieles, de las piezas de música y de los cantos, de la frecuencia de sacramentos, de las visitas al Sagrario y al trono de María Auxiliadora. Al llegar a este punto, preguntó: ->>Y no os parece esto verdaderamente un hermoso preludio del paraíso? Concluyó la primera parte con estas palabras: -Estas mismas cosas ((**It12.600**)) las encontraréis en todas nuestras casas e iglesias. En todas partes tendréis pan, trabajo y paraíso. Os sucederá tal vez también, como a los hebreos en el desierto, que encontraréis aguas amargas, esto es, disgustos, enfermedades, pruebas difíciles, (**Es12.505**))
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