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((**Es12.504**) cuatro sacerdotes y de un clérigo, y la trienal de dos clérigos 1, en presencia de todos los novicios y profesos de la casa; después tomó la palabra y habló de este modo: Después de esta función acostumbro decir algunas palabras a propósito. Ahora, mientras se pronunciaban los votos, acudían a mi mente varios pensamientos. Hay aquí cuatro sacerdotes, procedentes de pueblos lejanos ((**It12.598**)) que han ingresado en la Congregación. Este hecho me sugería el primer pensamiento, es decir, lo que se leyó en el comedor concerniente a Noé, cuando Dios le manifestó que iba a exterminar al género humano y que él se preparase una arca donde refugiarse. Ahora Noé nos ofrece la imagen de aquel que, viendo en el mundo tantos peligros, piensa en buscarse un buen lugar de salvación para librarse de ellos y romper toda relación con los que locamente van al encuentro de estos peligros. De los que quieren huir del mundo también es figura Lot, que deja las ciudades perversas y escapa a los montes. Lo mismo debe decirse de Elías, que, acosado por los enemigos, huye a los desiertos para vivir con muchas dificultades, prefiriendo esto antes que quedarse con gente pésima como Jezabel y sus partidarios. Todos estos hechos indican los peligros que hay en el mundo, y que para salvarnos de ellos Dios nos ha deparado la vida religiosa. Después de este exordio, dividió su conferencia en dos partes 2. En la primera parte recordó su costumbre de prometer pan, trabajo y paraíso, siempre que invitaba a alguien a ingresar en la Congregación, máxime si era adulto. Siguió explicando gráficamente la cosa, tomando casi de la mano a los nuevos profesos e introduciéndoles en la casa salesiana, esto es, en la Congregación. Dijo que les llevaría a ver la Casa Madre, porque después encontrarían las demás casas hechas y organizadas como ésta. En primer lugar los hizo entrar por la portería y ser recibidos con buenas maneras por el portero salesiano, al que definió como un gran tesoro para una casa de educación; los presentó al prefecto de los externos y los llevó al despacho del director, describiéndoles al vivo la amabilidad y paternidad propia de quienes desempeñaban tales cargos. Desde allí arriba les hizo observar los patios poblados de muchachos, que, en compañía de sus asistentes, se divertían a su gusto de diversas maneras. Después los acompañó a las aulas y al salón de estudio, explicando el método que se empleaba para encarrilar a los alumnos 1 Véase Apéndice, doc. n.° 42. 2 La primera parte nos ha sido conservada en resumen por don José Vespignani (Un año en la escuuela del Beato don Bosco, pág. 36-39); era él uno de los sacerdotes que acababan de hacer la profesión. El exordio y la segunda parte está en un cuaderno del reverendo Gresino, que, por encargo de don Julio Barberis, tomó los apuntes mientras hablaba el Beato. No se sabe por qué omitió la primera parte. (**Es12.504**))
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