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((**Es12.503**) La última predicción fue muy amarga para el siervo de Dios: <<íOh, si supieses cuántas dificultades tienes aún que vencer!>> Y en efecto: en el resto de su vida, que duró todavía once años y dos meses, luchas y fatigas y sacrificios se sucedieron sin tregua hasta el fin de su existencia. Estaba al frente de la comisaría de seguridad pública en el distrito Dora un señor, que tenía algunos conocidos en el Oratorio. Este tal oyó el sueño y le impresionó el vaticinio de las ocho muertes. Estuvo atento todo el 77, para comprobar la realidad del mismo. Al enterarse del último caso de muerte, que tuvo lugar precisamente el último día del año, dijo adiós al mundo, se hizo salesiano y trabajó mucho no sólo en Italia, sino también en América. Fue don Angel Piccono, de imperecedera memoria. En la víspera de Navidad, siempre con la intención de dar al noviciado vida y fisonomía propias, distintas del resto de la Casa, se cumplió la idea de asignarle un comedor aparte. ((**It12.597**)) Los novicios ocuparon el lugar destinado para ellos, encargándose también ellos mismos por turno del servicio de las mesas. El separarse de los profesos y especialmente el tener que estar lejos de don Bosco les sentó mal; pero don Bosco era insuperable en el arte de hacer cumplir con entusiasmo las cosas desagradables. El anuncio de la separación, dado en forma amena, la novedad misma de la cuestión, las mesas lindamente colocadas con cubiertos nuevos, los clérigos de servicio con sus blancos delantales sobre la sotana negra, la dispensa de la lectura pública, todo contribuyó a difundir una nota alegre entre los novicios. El Siervo de Dios, según costumbre, cantó la misa de medianoche. Un decreto de la Autoridad superior, con fecha del 21 de diciembre, concediendo el permiso para aquella ceremonia, imponía la obligación de celebrarla undequaque ianuis clausis. El undequaque, es decir, por todas partes, puso en un serio apuro al buen vicedirector. >>Mandaba aquel adverbio cerrar las puertas de la iglesia que daban acceso al interior del establecimiento? >>Y entonces, cómo podían entrar los invitados? Escribió un papelito a don Bosco, en el que le decía: <>. De un plumazo le libró don Bosco de escrúpulos. Devolvióle el papelito con esta nota al margen: <>. Por la tarde recibió el Siervo de Dios la profesión perpetua de (**Es12.503**))
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