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((**Es12.386**) su recuerdo la antigua paz del Oratorio y su actual desesperación. Dijo que para acallar aquella impresión tuvo que blasfemar, beber y engolfarse en el vicio. ((**It12.454**)) Ahí tenéis a uno de los mejores muchachos, que fue a su casa con la intención de convertir a los suyos... y ya veis cómo acabó... Quiso ir a su casa, no obedeció a los Superiores... Temamos también por nosotros. Al llegar aquí don Bosco se extendió comentando aquellas palabras de Jesucristo, que nos exhortan a dar un adiós a todos, aun a los padres, para consagrarnos a El. Presentó el ejemplo de Abrahán, las palabras con que Moisés pone fin al Deuteronomio y, comparandolas con las de Jesús, hizo ver con gracia cómo la ley natural personificada en Abrahan, la ley escrita y la ley de la gracia parece que no miran mas que a apartarnos del apego a la patria y a los parientes 1. Después continuó: Me doy cuenta de que me he salido un poco del tema que me había propuesto, a saber, que, habiéndonos consagrado de una manera particular a Dios, le debemos toda nuestra vida, todas nuestras obras, todo nuestro ser. Tenemos que esforzarnos mucho para que en realidad nuestras obras correspondan a este fin. Creedme, nunca hubo quien estuviera descontento en punto de muerte por haberse consagrado a Dios, y haber empleado la vida en su santo servicio. Por el contrario, son innumerables los que en aquel punto lamentan no haberle servido y amado. Lloran entonces los infelices, pero ya no hay tiempo para ellos. Puesto que Dios, en su infinita misericordia, quiso advertirnos con tiempo, y llamarnos a su servicio, rindámonos y hagamos de veras obras dignas de su llamada. Aún dio don Bosco una tercera platica durante aquellos ejercicios, y fue el 18 por la mañana, antes de la solemne función de clausura; dio entonces los llamados recuerdos de los ejercicios, exhortando a todos a la practica de la paciencia, la esperanza y la obediencia. Esta vez es algo mas abundante la fuente en la que nos proveemos. El Beato Padre habló así: Ha llegado el momento de separarnos e ir cada uno al lugar que Dios le ha destinado para ejercer su sagrado ministerio. >>Qué os diré yo en este momento, que os sirva como santo y seña ((**It12.455**)) para que luego lo recuerde cada uno en cualquier tiempo y lugar como fruto de estos ejercicios? Son tres sencillas palabras, que en este momento creo son de mucha importancia. Conviene que atendamos a ellas con todo el esfuerzo posible de nuestra alma. Hélas aquí: PACIENCIA, ESPERANZA Y OBEDIENCIA. 1 El cronista no nos refiere el desarrollo de estos conceptos, que se pueden ver expuestos en otra conferencia publicada en el volumen XI, págs. 486-87. (**Es12.386**))
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