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((**Es12.340**) Después le urgía mucho la clase de pedagogía: convenía estudiarla de una forma apropiada para nosotros. Hubiera querido prevaleciera en él un tratado, cuyo título podía ser El maestro y el asistente salesiano, subdividido en capítulos explicativos de cómo debe comportarse el asistente en el dormitorio, en el paseo, en la iglesia, en la escuela; cómo debe proceder el maestro salesiano con respecto a la necesidad de encontrarse puntualmente en el aula, respecto a la disciplina, a los premios, a los castigos y otras cuestiones por el estilo. Que se diesen estas lecciones durante el año de prueba, se imprimiesen luego y formasen un libro de texto para nuestro uso. Quedaba todavía por añadir una separación más a las ya efectuadas: separar a los novicios de los profesos en el comedor. -En todo lugar y tiempo, decía él, deben los novicios tener presente la regla. Si están con los profesos, que unas veces por necesidad hacen excepciones a la regla y otras la desatienden por negligencia, los novicios pierden el deseo de abrazar enteramente aquel sistema de vida, que, seguido como es debido, les serviría de gran satisfacción y ventaja. Otra modificación le parecía necesaria en el comedor. Hasta entonces habían estado también en él los Superiores mayores; pero no le parecía conveniente que jóvenes, que acababan de vestir el hábito clerical, estuviesen en la mesa a la par de don Bosco, don Miguel Rúa y ((**It12.398**)) los demás. Que tuviesen el mismo trato que los Superiores; pero, si los más ancianos necesitaban algo especial, era razón que pudieran disfrutar de ello sin que fueran testigos los jóvenes, o, como quiera, notasen la diferencia. Dijo además que era de desear que los miembros del Capítulo Superior tuviesen la mesa en una sala aparte, para que, entre otras cosas, hubiese en ella más libertad para hablar sin peligro de indiscreciones por parte de los comensales. Como habrán podido observar los lectores, estamos todavía en los tiempos en que nuestro Beato Padre resolvía personalmente los asuntos grandes y pequeños, concernientes al personal de la familia salesiana. Es prueba de ello también este billetito que se encontró entre los papeles de don Juan Bautista Lemoyne, Director del colegio de Lanzo. Próxima la fecha de las sagradas Ordenaciones le escribió: <>. Confería las órdenes el benévolo obispo de Casale monseñor Ferré. No estará fuera de lugar en estas notas de familia una noticia sobre nuestro ordenando. Antonio Varaja, estudiante en Lanzo en el 1868, tenía que dejar el colegio por motivos de familia. Estaba afligidísimo, (**Es12.340**))
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