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((**Es12.339**) 5.° No quiere venir a administrar el Sacramento de la Confirmación y no permite que venga otro a administrarlo. Estas y muchas otras medidas de este género suponen graves motivos que nunca se pudieron conocer. Al exponer estas cosas, no es mi intención hacer reclamaciones, sino únicamente que se tenga conocimiento de lo que puede estorbar de este modo el provecho de las almas. Díganseme las cosas con claridad y exactitud y de antemano prometo su fiel cumplimiento, en todo lo que la Santa Sede aconseja que puede ser para la mayor gloria de Dios. Añado todavía un ruego. Siempre que S. E. tenga motivo para darme un aviso, corrección o consejo, hará a los salesianos una gran obra de caridad, si se digna comunicárnoslo. Podemos afirmar que el Padre Santo es nuestro fundador y casi nos ha dirigido personalmente, por lo cual todos deseamos ardientemente trabajar por la gloria de la Iglesia hasta el último suspiro. Todo pensamiento del Sumo Pontífice o de cualquier Sagrada Congregación será para nosotros un verdadero mandato que jamás contravendremos. Con la más profunda gratitud y el más grande respeto, tengo el alto honor de inclinarme y profesarme, De V. E. Rvma. Turín, 16 de diciembre de 1876. JUAN BOSCO, Pbro. También se dirigía la mirada al Oratorio desde distintas profesiones liberales: abogados, notarios, empleados, incluso médicos, anhelaban acudir a él como a un retiro, donde refugiarse y abandonar el mundo. Hubo un momento en el que el Beato don Bosco, impresionado por este fenómeno, meditaba el plan de establecer una casa expresamente para esta clase de personas, no sólo para que conocieran y fueran conocidas, sino también porque generalmente necesitaban aprender teórica y prácticamente qué era el espíritu religioso. Pero aquel plan nunca fue llevado a la realidad, porque la experiencia demostró que no era necesario, pues fueron siempre muy pocos los adultos que se quedaron en la Congregación. ((**It12.397**)) Pero mucho más que los adultos, interesaban a don Bosco las tiernas esperanzas de la Congregación. A lo largo del curso escolar no perdió de vista especialmente a los clérigos novicios, a cuyo progreso hacia metas más elevadas había dado ya gran impulso al comienzo de las clases. Durante el noviciado estorbaban todavía un poco las materias profanas. Para el latín había que limitarse a traducir y explicar los salmos y alguna de las Vidas escritas por san Jerónimo; para el italiano, un cántico de Dante; para la filosofía, la lógica y la ontología. El consideraba que de esta manera había toda oportunidad para dedicar seriamente a los novicios y las ocupaciones y prácticas propias del año de prueba. (**Es12.339**))
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