Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es12.300**) (Risas generales); pero sabed, ademas, que este sueño no lo he tenido ahora, sino hace quince días, precisamente cuando estabais terminando vuestros ejercicios. Hacía mucho tiempo que yo pedía al Señor que me diese a conocer el estado de alma de mis hijos y qué ((**It12.349**)) podía yo hacer para su progreso en la virtud y para desarraigar de sus corazones ciertos vicios. Estos eran los pensamientos que me preocupaban durante estos ejercicios. Demos gracias al Señor porque los ejercicios, tanto por parte de los estudiantes como de los aprendices, han resultado muy bien. Pero no terminaron con ellos las misericordias divinas; Dios quiso favorecerme de manera que pudiese leer en las conciencias de los jóvenes, como se lee en un libro; y lo que es aún mas admirable, vi no solamente el estado actual de cada uno, sino lo que a cada uno le sucedera en el porvenir. Y esto fue también para mí algo inusitado; pues no me podía convencer de que pudiese ver de una manera semejante, tan bien y con tanta claridad, tan al descubierto las cosas futuras y las conciencias juveniles. Es la primera vez que me sucedía esto. También pedí mucho a la Santísima Virgen, que se dignase concederme la gracia de que ninguno de vosotros tuviese el demonio en el corazón, y abrigo la esperanza de que también esto me haya sido concedido; pues tengo motivos suficientes para creer que todos vosotros habéis manifestado vuestras conciencias. Estando, pues, ocupado en estos pensamientos y rogando al Señor me mostrase qué es lo que puede favorecer y perjudicar la salud de las almas de mis queridos jóvenes, me fui a descansar, y he aquí que comencé a soñar lo que seguidamente os voy a contar>>. El preambulo del sueño esta saturado del acostumbrado sentido de humildad profunda; pero en esta ocasión termina con una afirmación de tal naturaleza, que excluye toda duda acerca del caracter sobrenatural del fenómenos. El sueño se podría titular así: La fe, nuestro escudo y nuestra victoria. Me pareció encontrarme con mis queridos jóvenes en el Oratorio. Era hacia el atardecer, ese momento en que las sombras comienzan a oscurecer el cielo. Aún se veía, pero no con mucha claridad. Yo, saliendo de los pórticos, me dirigí a la portería; pero me rodeaba un número inmenso de muchachos, como soléis hacer vosotros, como prueba de amistad. Unos se habían acercado a saludarme, otros para comunicarme algo. Yo dirigía una palabra, ya a uno ya a otro. Así llegué al patio muy lentamente, cuando he aquí que oigo unos ((**It12.350**)) lamentos prolongados y un ruido grandísimo, unido a las voces de los muchachos y a un griterío que procedía de la portería. Los estudiantes, al escuchar aquel insólito tumulto, se acercaron a ver; pero muy pronto los vi huir precipitadamente en unión de los aprendices, también asustados, gritando (**Es12.300**))
<Anterior: 12. 299><Siguiente: 12. 301>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com