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((**Es12.169**) ((**It12.191**)) Pero el Siervo de Dios se echó atrás, diciendo que ya tenía demasiados compromisos sobre sus hombros. Hacía años que don Bosco deseaba abrir una residencia en Roma; ya habían fracasado varias tentativas y todavía fracasarían algunas más. El Prefecto de Propaganda, después de hablarle de las misiones, le preguntó a quemarropa: -Don Bosco, >>por qué piensa en ir a tierras lejanas y no piensa en venir a Roma? ->>Y por qué no piensa Vuestra Eminencia, respondió don Bosco, en buscarme aquí un local? Yo no pido más que un cobertizo para reunir a los muchachos. -Si basta eso, deje el asunto en mis manos, que yo se lo encontraré. Creía que me iba usted a pedir un gran capital; pero, si se trata de tan poca cosa, yo se la encontraré. -Lo mismo me dijeron otros; pero, hasta el momento, todo fueron palabras y nada más. ->>Cómo? >>Duda usted de mi palabra? -No es que dude de su buena voluntad; pero tiene Vuestra Eminencia tantos asuntos entre manos, que ya no pondrá mientes en ello, se le olvidará o no tendrá tiempo... -Pensaré en ello, se lo aseguro. Sucedió cabalmente lo que don Bosco había pronosticado; no se habló más del asunto. Volvió a la carga por su cuenta la mencionada princesa Altieri y en una visita, que le hizo el Siervo de Dios, le dijo: -Si don Bosco viene a establecer una casa aquí en Roma, cuente con mi bolsa y mi persona, que están a su disposición. ->>A fines de mes o a primeros?, preguntó don Bosco. -íDa lo mismo! -No, porque, a primeros, la bolsa está llena; pero, si es a últimos, como su Excelencia da tantas limosnas, se queda vacía. -A primeros, a mediados, y a últimos. -Si es así, de acuerdo. Y no se crea que era puro cumplido el ofrecimiento de la ((**It12.192**)) princesa, porque le escribió después, volviendo a confirmarle toda su buena voluntad. Pero don Bosco sabía que ya socorría generosamente muchas obras, de suerte que no cabía esperar que se pudieran obtener de ella válidos y duraderos apoyos; y de ahí su respuesta evasiva. No menos decidido a proporcionarle un local en Roma se mostró el príncipe Mario Chigi de Campagnano; mas por entonces no se llegó a ninguna conclusión. Don Bosco no precipitaba nunca las cosas; si (**Es12.169**))
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