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((**Es12.170**) no recibía indicaciones claras de la Providencia, iba con pies de plomo. El cardenal Franchi, prefecto de Propaganda, le asaltó hábilmente para las misiones de Oriente. Había entonces tres vicariatos apostólicos vacantes en China; dentro de pocos años llegarían a quince, y le decía que, tan pronto como don Bosco tuviese preparados los operarios apostólicos, se lo comunicara, pues no tendría que gastar un céntimo de lo suyo, ya que todo correría a cargo de la Congregación de Propaganda, y el Papa lo deseaba vivamente. El Siervo de Dios manifestó sus deseos de poder enviar pronto a sus hijos al Extremo Oriente; pero, mientras tanto, le urgía consolidar y desarrollar las misiones emprendidas y expuso sus planes precisos acerca de esto, tanto al Prefecto de Propaganda como al Papa. El pedía la creación de una prefectura apostólica en Patagonia e invocaba amplios subsidios para apresurar la entrada de los misioneros en el territorio de los indios. Eran medios eficaces establecer en los confines toda una red de hospicios, colegios, pensionados, atraer a ellos a los hijos de los salvajes, ponerse en comunicación con sus padres y con sus caciques, capacitar indígenas para actuar en sus tribus. El Padre Santo tomó tan a pecho los planes de don Bosco, que habló repetidas veces de ellos con el cardenal Franchi, para que los examinase y diera su parecer. Don Bosco sostuvo un amplio cambio de ideas con el Purpurado, al que entregó una relación escrita y refrendada con informes históricos y geográficos; pues se había dado cuenta de que casi no se tenían nociones de aquellas tierras en Roma 1. ((**It12.193**)) En cuanto al Oriente no le fue posible hacer más que promesas a largo plazo. Don Bosco dedicó los mayores trabajos al asunto de los privilegios; pero escasean los informes precisamente en torno a ello, porque procedía con tanta circunspección, que no comunicaba a cualquiera los pasos que daba. Cuando vio defraudados sus esfuerzos para obtener la comunicación de los privilegios en masa, no abandonó ningún medio para arrancar facultades especiales y numerosas indulgencias. Así obtuvo los dos Breves de aprobación para la Obra de María Auxiliadora y para la Pía Unión de los Cooperadores, sobre los cuales convendrá volver a leer los capítulos III y IV del anterior volumen. Obtuvo facultad perpetua al Superior General de la Congregación para autorizar a cualquiera de los suyos la lectura de libros prohibidos. Pero sobre todo obtuvo en la audiencia del 3 de mayo que, todos los que se encontraban en los colegios de la Pía Sociedad, estuviesen dispensados 1 Véase Apéndice, doc. 10. (**Es12.170**))
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