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((**Es11.64**) como nos ha sido expuesto. Pero, ante todo, el Ordinario de Turín no se quejó nunca de la Obra, sino del <> y colegio <> 1; por otra parte, en las gestiones tenidas directamente entre don Bosco y Roma es muy probable que sirviera, como título de reconocimiento, el positivo beneplácito del Arzobispo de Génova para la erección de la Obra de San Pier d'Arena; el Director, don Pablo Albera, por encargo de don Bosco recurrió allí a monseñor Magnasco, que aprobó la Obra y otorgó el imprimatur para la publicación del Programa, impreso en la tipografía del Hospicio 2. Por tanto, la concesión de los favores espirituales no caían en el vacío, por considerarlos subrepticios. El descontento del Arzobispo se exacerbaba aún más por su persuasión de que, con la Obra de María Auxiliadora, don Bosco llevaba el agua sólo a su molino. En efecto, aquel año, predicando en la iglesia del Espíritu Santo de Turín, después de recomendar la Obra en favor de los clérigos pobres, había añadido: <((**It11.67**)) ninguna ayuda>>. La alusión era clara, tanto que todo el auditorio comprendió muy bien por dónde iban los tiros; ya que en Turín sólo salían misioneros para el exterior desde Valdocco. En la Unidad Católica apareció la carta de monseñor Cagliero, mandada desde América, como don Bosco había solicitado. Pero no se volvió a hablar más de la Obra de María Auxiliadora. A don Bosco no le hubiera correspondido dar ningún paso ante la Curia, puesto que, aparte de la comunicación confidencial del teólogo Margotti, no recibió ninguna otra notificación. Sin embargo, dirigió al Ordinario esta correctísima carta. Excelencia Reverendísima: Me comunica el teólogo Margotti que no publicará el programa de la Obra de María Auxiliadora, si antes no doy a su Excelencia Reverendísima las debidas informaciones. Y yo le doy esta aclaración con mucho gusto. Esta obra, como recordará V. E., se hubiera comenzado en Turín; mas, para evitar ciertas dificultades, se llevó a otra diócesis y precisamente a San Pier d'Arena, diócesis de Génova. Aquel Arzobispo aprobó y recomendó en distintas ocasiones el proyecto, bendecido y recomendado por el Padre Santo. El bendijo la primera piedra del nuevo edificio, que ya está casi terminado. Informado de todo ello el Padre Santo, hizo que una comisión examinara el proyecto y, de acuerdo con las cartas comendaticias de varios Obispos, publicó el 1 Carta al cardenal Bizzarri, 25-8-1876. 2 Procesículo o Positio super dubio, etc., 1921, pág. 126.(**Es11.64**))
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