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((**Es11.464**) 10 DEPOSICION DE LA SEÑORITA MAZ>> DE LA ROCHE (Proc. Ap. Posit. sup. virt. Summ., pág. 743-8) Atestiguo a mi pesar que, desde el año 1873 hubo dolorosas discusiones entre el Ven. don Bosco y mi venerado tío, el Arzobispo Gastaldi. Se referían éstas a los derechos de jurisdicción que el Arzobispo creía poder ejercer sobre los miembros de la incipiente Congregación Salesiana, mientras el Venerable, por su parte, creía estar exento, por los privilegios especiales que había obtenido de la Santa Sede. Me enteré de estas disensiones porque era voz pública y por las confidencias que el Venerable nos hacía a mi madre y a mí, con el único fin de exhortarnos a buscar la manera de informar directamente al señor Arzobispo sobre las habladurías que se propagaban, especialmente entre el Clero, y también en la prensa, con perjuicio para ambas partes. Estas disensiones fueron una espina constante para el corazón de mi madre y el mío. Encuentro anotados en mi diario, con fecha del domingo 5 de septiembre de 1875, estos recuerdos e impresiones: <((**It11.553**)) admitir a su presencia al Santo Personaje (esto es, añado ahora, al venerable don Bosco), a quien en otro tiempo consideraba fiel amigo y consejero, y a quien profesaba muchísimo aprecio y veneración, lo mismo que a la numerosa comunidad que éste dirige>>. Supe esta noticia de la negativa de audiencia por el mismo Venerable, el cual nos hacía saber estas penosas situaciones únicamente para que, estando bien informadas, pudiéramos hallar el modo de prestar nuestros caritativos servicios, y disipar los equívocos aparecidos. * * * Estoy plenamente convencida de que el Venerable no ha dado motivos para estas disensiones, porque siempre lo he conocido contrario a toda cuestión y dispuesto a evitarlas, aun con sacrificio. Es más, añado que en todas las conversaciones tenidas con mi madre y conmigo, sobre el particular, se veía lo mucho que sufría con todas estas pruebas, así como también cuando debía justificar su conducta respecto al uso de los privilegios obtenidos de la Santa Sede. * * * El Venerable siempre que hubo de tratar este tema, apenas nos contaba lo necesario, tanto que a veces no comprendíamos a dónde iba a parar, y de modo que nos veíamos obligadas a preguntarle. Pero él nos hablaba siempre del señor Arzobispo con tan gran respeto y caridad que quedábamos edificadas. Algunas veces, sin embargo, (**Es11.464**))
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