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((**Es11.31**) para todos la meditación diaria, era admirable la gran puntualidad y diligencia, pese a los esfuerzos necesarios para no faltar. Que la meditación la hacían, por separado, profesos y novicios. Que se había adelantado media hora el momento de levantarse, para facilitar la asistencia de todos a la meditación, ya que no era posible hacerlo en otro momento a lo largo del día. Además, que los novicios tenían el estudio aparte y las clases y conferencias solamente para ellos. Habló finalmente del clero infantil, muy floreciente; de las distintas compañías, no menos florecientes, integradas por alumnos de las clases más adelantadas que se distinguían por su buena conducta. Terminó diciendo: <>. Las últimas observaciones de don Miguel Rúa sobre los socios y los novicios no deben llamar la atención, como si hasta entonces se hubiera ido adelante sin meditación y sin regularidad. Antes de que se aprobaran las Reglas, era don Bosco quien dirigía, puede decirse que individualmente, a sus hijos; y no había más ejercicios en común que los que se juzgaban necesarios y oportunos. Pero, una vez conseguida la aprobación, precisaba entrar en la legalidad, procediéndose también en esto por grados, ya que ((**It11.28**)) no pocos, enamorados de don Bosco personalmente y dispuestos a arrojarse al fuego por él, aún no tenían una idea exacta de la vida religiosa: hacer pasar a éstos bruscamente de cierta libertad a una observancia total no hubiera conseguido más que alejarlos, induciéndolos a resoluciones imprevistas. Don Bosco no abandonó nunca del todo su antigua táctica, que había experimentado con éxito durante el período preparatorio, cuando había que inculcar los principios de la vida religiosa casi sin ser advertido para no suscitar desconfianzas o sospechas, fuera y dentro del Oratorio, en aquellos tiempos hóstiles sobre todo para los religiosos y las Congregaciones religiosas; y la táctica era la de encariñarlos con la Casa y aficionarlos a la Obra de modo que se sintieran en familia: lo demás vendría por sí mismo. Lo avanzado de la hora impidió a don Bosco tomar la palabra para hablar sobre el estado de la Congregación y clausurar la asamblea; lo hizo el día siguiente ante el mismo auditorio. Las actas resumen así su discurso: Los señores directores dijeron ayer tantas cosas de sus Colegios que hemos quedado maravillados. También yo quería hablar de la Congregación para que se viera en qué punto nos hallamos. Y como no pude hacerlo ayer por la tarde, lo haré hoy. Ante todo he de comunicaros un favor especial que Su Santidad quiso otorgarnos. Sabéis que en San Pier d'Arena se está construyendo para agrandar el hospicio que allí tenemos. Pues bien, conociendo esto el Padre Santo y sabiendo que no tenemos capital(**Es11.31**))
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