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((**Es11.30**) la frecuencia de los sacramentos. Los Hermanos atendían también a los muchos externos que iban a clase y a los muchísimos que asistían al oratorio festivo con verdadera satisfacción de todos. El instituto era muy bien visto por la población. Don Francisco Dalmazzo, director del colegio de Valsálice para muchachos de familias acomodadas, dio muy buenas noticias. Dijo en primer lugar que se había duplicado el número de alumnos con relación al año anterior. El buen resultado de los exámenes y la convicción de que allí se estudiaba de verdad, el viaje a Roma con los mejores, durante las vacaciones, y especialmente la bendición del Padre Santo habían contribuido mucho a tal incremento. Sólo preocupaba a los padres el temor de que los salesianos hicieran curas a sus hijos. íGran disgusto éste entre las familias ricas! Lo que, por otra parte, redundaba en gran honor para los Salesianos, pues quería decir que estaban convencidos de que allí se impartía una educación verdaderamente cristiana. La salud era óptima. Los estudios iban viento en popa, dado que contaba con cuatro profesores universitarios que enseñaban en el liceo: Allievo, Lanfranchi, Bacchialoni y Roda para las matemáticas. En cuanto a disciplina, religiosidad y moralidad se notaba un progreso cada vez mayor, desde que el colegio había pasado a nuestras manos. Don Santiago Costamagna se refirió a las Hijas de María Auxiliadora, de las que era director en Mornese. Alabó sobre todo el espíritu fervoroso y perfecto de las Hermanas; las educandas tenían grandes deseos de hacerse religiosas y estaban tan aficionadas a su colegio que ni una siquiera hubiera querido salir de él. ((**It11.27**)) Pero se lamentaba de su escaso número, por ser muy poco conocido el Instituto, y también por la dificultad de las comunicaciones, pues se trataba de un pueblo a trasmano, sin ferrocarril y hasta sin ómnibus para llevar a los viajeros regularmente. Por el contrario, el número de Hermanas y postulantes aumentaba cada día y llegaba ya a las ochenta. Don Bosco maduraba un proyecto que atraería a un mayor número de alumnas. Todas gozaban de buena salud. Don Miguel Rúa informó sobre el Oratorio. Puso de relieve la mucha piedad y buena voluntad de los estudiantes, la edificante laboriosidad de los aprendices y su buena voluntad para rezar bien las oraciones. También se hacía mucho bien entre los externos, en cuya sección se había introducido aquel año la innovación de las escuelas nocturnas que atraían a muchos jóvenes, ya crecidos, no sólo durante la semana, sino también los domingos. En cuanto a los socios, dijo que, al haber convertido en obligatoria(**Es11.30**))
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