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((**Es11.32**) para ello, sino que se iba adelante con limosnas, se dignó mandarnos dos mil liras para continuar la construcción de dicho edificio. Hemos de estarle agradecidos considerando lo mucho que tan paternalmente piensa en nosotros; hemos de procurar ser cada día más dignos de tal Padre y proclamar mientras podamos sus grandezas y sus prerrogativas. He visitado nuestros colegios y he de deciros que estoy de veras contento al ver cómo va todo. Lo primero es que los he encontrado repletos de muchachos, llenos de salud y buenos, como os han dicho los respectivos directores. Pero lo que más me impresionó fue lo mucho que trabajan los miembros de la Congregación. El trabajo es inmenso y se trabaja de corazón, tanto que un mismo individuo da clase y asiste a los alumnos en el estudio, en el comedor, en el dormitorio, en el paseo y no tiene una hora a su disposición. A tal extremo que ((**It11.29**)) tuve yo necesidad de sacar unas copias de algunas páginas y no se pudo encontrar a ninguno libre que pudiera hacerlo. Pero más que el trabajo, me agradó el espíritu con que se trabaja. He de decir que no se podía desear más. Me parece ver realizado el ideal que yo me había formado de la Congregación. Porque, además del trabajo que se ejecuta, está el espíritu de obediencia y de indiferencia que acompaña a todos los actos. No teme un profesor ni un sacerdote, llegado el caso, echar mano en la cocina o ponerse a barrer. Sea alabado el Señor; procuremos conservar este espíritu y esforcémonos siempre para ver si hay modo de aumentarlo. Ahora que se está organizando la Congregación, es cada vez más necesario que tengamos ánimos para soportar aquello que nos puede desagradar, como la insuficiencia del local o las cosas que no encontramos adaptadas. Creo que no está lejano el día en que cada profesor, y cada sacerdote, pueda tener su cómoda habitación, mejor adaptada que las que ahora tenemos; y también locales separados para los novicios. Podremos tener hermosos dormitorios, aireados y sanos. Mientras tanto, soportemos ahora con mucha paciencia las incomodidades presentes. Otra cosa que deseo es introducir en nuestras escuelas los clásicos cristianos, en vez de los autores paganos. No podremos hacerlo todo de golpe, pero deseo que, por cuanto se pueda, se empiece a practicar. Me daría por satisfecho si mis clérigos y mis sacerdotes llegaran a escribir el latín como lo escribían Jerónimo, Agustín, Ambrosio, León o Sulpicio Severo. Porque >>quién hay entre los escolares que pueda señalar dónde está realmente la belleza de Cicerón o de Tito Livio? Y además, empleando los primeros no se introducirían en la mente de los jóvenes tantas ideas extrañas, inútiles y peligrosas, como las que hay diseminadas en las páginas de los Clásicos paganos. Con este fin se han comenzado a imprimir páginas selectas de las Obras de San Jerónimo y espero que cuanto antes se publicarán también las de Sulpicio Severo y después las de los demás. Quizá podremos así remediar un mal muy grande de nuestros tiempos. Por fin don Bosco puso a la consideración de los presentes las Misiones de América. Prosiguen las actas: En estos días nos han llegado cartas de América, rogándonos que vayamos a aquellos lejanos países para evangelizar a los pueblos. Pusimos ciertas condiciones y han sido aceptadas. Ahora haremos los trámites del caso para determinar lo que hay(**Es11.32**))
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