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((**Es11.299**) asistieran a clase de teología, y se examinaran juntamente con los otros estudiantes de teología. 13.° Habiéndose notado la gran conveniencia de que todos celebraran la misa en el colegio, durante los ejercicios, se ordenó la construcción de dos altares nuevos de madera para aquella ocasión. Por la tarde, se reanudó la sesión bajo la presidencia del Beato don Bosco. Don Miguel Rúa leyó los acuerdos tomados sobre el personal. El cronista nos ha dejado esta observación: <>. Contra el parecer del Capítulo, quiso que don José Fagnano fuera el director de la nueva casa de América y no don José Ronchail, a quien destinaba a otra cosa. Se tomaron después tres disposiciones de orden didáctico, una para el Oratorio y dos para Valsálice. La del Oratorio era para los estudiantes a los que se les adelantaba un curso por su avanzada edad: se acordó que en la clase de filosofía se comenzase por traducir el texto latino al italiano, añadiendo las observaciones indispensables para la comprensión de la terminología. Para el colegio de Valsálice, se estableció: 1.° que no se tomaran profesores externos, en razón de los grandes gastos que ello suponía y además por su desinterés en el aprovechamiento de los alumnos, y los peligros morales ocasionados por la divergencia de ideas, de espíritu y de intereses; 2.° que se simplificasen los dos cursos de liceo (bachillerato superior) uniéndolos en uno, y así se necesitarían menos profesores; en el primer año, por ejemplo, todos estudiarían historia medieval y lógica y en el segundo historia moderna y ética. Finalmente el Beato manifestó su voluntad de que no sólo en el Oratorio, sino en todos los colegios, tuvieran los clérigos un director (o encargado) propio, pues se sentía gran necesidad de ello, y que ((**It11.350**)) tal incumbencia pertenecía al Catequista de cada casa, cuyo director debía comunicar a sus clérigos esta determinación. La mañana del día 25 se pasó con la ceremonia de la profesión religiosa, que se desarrolló muy solemnemente. La conferencia de la tarde, presidida por el Beato, se dedicó a la admisión de los novicios. Merecen atención especial algunos de los criterios que él manifestó o que se aplicaron. Para que un aspirante pudiera ser admitido en la Congregación, dijo que se precisaba que el superior conociera muy bien al candidato y que éste hubiera demostrado tener mucha confianza con el superior; y, además, que era necesario fuese de una moralidad intachable. A algunos indecisos, cuya resolución dependía de la voluntad (**Es11.299**))
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