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((**Es11.300**) de sus padres, aconsejóles el Siervo de Dios que no entraran en la Congregación, aunque fueran buenos y dieran esperanzas de éxito. A otros, a los que consideraba ligeros y que temía no se adaptaran mucho a la Congregación, especialmente si eran pobres, les puso por condición que pagaran el importe que se acostumbraba exigir al que entra en cualquier noviciado, aun cuando no se pedía nada a la mayor parte de los adscritos en esta ocasión. Dijo: -Acéptese después lo que puedan dar; el que no pueda dar nada, como generalmente sucede, no dé nada y no se le insista. Mas, por el interés que ellos pongan para obtener de sus padres esta cantidad, muchas veces se pueden conocer muy bien sus intenciones. Y llegamos al último día. En la reunión de la mañana don Miguel Rúa leyó, por orden de don Bosco, una carta del abogado Michel, que invitaba a los Salesianos a fundar en Niza una casa como la de Turín. Después de la partida de los Misioneros, el Siervo de Dios pasaría por allí para concretar algo sobre el terreno. Habló después de los Oratorios festivos e insistió en que era de la máxima importancia que en todos nuestros colegios se abrieran oratorios festivos. Hasta aquel momento sólo lo había en Turín y en Sampierdarena. -Falta personal, objetó uno. -Falta, ((**It11.351**)) además, local, agregó otro. Y don Bosco, remachando el clavo, replicó: -Sólo de este modo se puede hacer un bien eficaz a los habitantes de una población. Si no se puede atender a los muchachos para que se diviertan, al menos oblíguese a los externos a que vayan a misa al colegio los domingos y días festivos. Procúrese, además, que reciban los santos sacramentos de la confesión y comunión una vez al mes. El conde Gazelli de Rossana ofrecía una capilla de su propiedad, dedicada a san Francisco de Sales, en las proximidades de Valsálice, para establecer en ella un Oratorio festivo; quiso el Beato que se informase de si el Arzobispo lo aprobaba y si los salesianos tendrían que continuar el oratorio en el caso de que se vieran obligados a salir de Valsálice. Pero no se concluyó nada. Se cerró la sesión manifestando el deseo de que pronto pudieran todos los miembros del Capítulo Superior librarse de la dirección especial del Oratorio y que, a su vez, los directores de las casas pudieran encargar a sus subalternos la gestión directa de las cosas de menor importancia, reservándose solamente la alta dirección de la casa y la atención espiritual de los socios. -Cada día, dijo, aumentan las incumbencias, y si no estamos alerta, quedaremos oprimidos por el peso de tantas cosas. Todos asintieron a cuanto había propuesto. (**Es11.300**))
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