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((**Es11.223**) Los jóvenes estaban impacientes y contribuyó a aumentar la expectación el haber tenido que prorrogar el relato del sueño hasta el día 4, por no estar el siervo de Dios en condiciones de hacerlo. Finalmente en la noche de dicha fecha, don Bosco pudo satisfacer los deseos generales. Después de las oraciones, y desde la cátedra de siempre, se expresó así: Aquí me tenéis dispuesto a cumplir mi palabra. Sabéis que los sueños se nen durmiendo. Acercándose, pues, el tiempo de los ejercicios espirituales, pensaba en la forma que debía emplear para que mis jóvenes los hiciesen bien, y qué había de aconsejarles para que sacasen el fruto consiguiente. Y así me fui a descansar con este pensamiento la noche del domingo 25 de abril, víspera de los ejercicios. Apenas me acosté comencé a soñar... Me pareció encontrarme completamente solo en un valle extensísimo: por una y otra parte se veían altas colinas. Al fondo del valle, por una parte, el terreno se elevaba y resplandecía una luz vivísima y en la otra parte el horizonte se presentaba algo oscuro. Mientras contemplaba esta llanura, vi venir hacia mí a Buzzetti con Gastini, los cuales me dijeron: -Don Bosco, monte a caballo, ípronto! ((**It11.258**)) Yo les contesté: ->>Os queréis burlar de mí? Sabéis que hace mucho tiempo que no monto a caballo. Los dos jóvenes insistían; pero yo me resistía diciendo: -No quiero montar a caballo; una vez lo hice y me caí. Buzzetti y Gastini continuaban presionando cada vez con más tesón y repetían: -Pronto, a caballo, que no tenemos tiempo que perder. -Pero, en resumidas cuentas, cuando monte a caballo, >>a dónde queréis conducirme? -Ya lo verá, dése prisa y monte. -Pero >>dónde está el caballo? Yo no veo aquí ninguno. -íAllí está!, exclamó Gastini, señalando hacia una parte del valle. Miré hacia el lugar indicado y, en efecto, vi un brioso y hermosísimo caballo. Tenía las patas gruesas y largas, la crin espesa y el pelo brillantísimo. -Y bien, continué, puesto que queréis que monte a caballo, lo haré; pero si me caigo... -Esté tranquilo, me respondieron; estamos nosotros aquí para ayudarle en cualquier circunstancia. -Si me rompo el cuello, dije a Buzzetti, tú tendrás que ponérmelo en su sitio. Buzzetti se echó a reír. -No es hora de reír, barbotó Gastini. Nos acercamos al animal. Monté a la grupa con mucho trabajo, ayudado por ellos, y al fin heme caballero en mi caballo. íQué alto me pareció entonces aquel animal! Creía estar sobre un elevado pedestal, desde el cual divisaba todo el valle hasta sus más lejanos confines. Cuando he aquí que mi caballo se puso en movimiento despertando en mí nueva (**Es11.223**))
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