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((**Es11.212**) sabemos el por qué de la forma de este escrito, ni la causa de la tardanza en enviarlo 1. Para la mayor gloria de Dios y honor de la Inmaculada Virgen María, poderoso auxilio de los cristianos, y como perpetuo recuerdo del espíritu religioso de las Damas Florentinas, hago la siguiente declaración: Un grupo selecto de nobles señoras florentinas, movidas por el espíritu de caridad y devoción a la augusta Reina del Cielo, después de haber cooperado con generosas limosnas a la construcción del templo dedicado a María Auxiliadora en Turín, queriendo añadir un testimonio público y duradero de su sincera veneración a esta Celestial Bienhechora, confeccionaron una elegante alfombra, con las características más arriba descritas. Concluida su labor el 15 de mayo de 1875 la enviaron a su destino, a Turín. Yo, por tanto, recibo con el mayor agradecimiento ((**It11.245**)) el precioso donativo con la promesa formal de que se reservará para las donantes su propiedad perpetua; yo me satisfago con su utilización para decoro del templo del Señor y en honor de Aquella a la que la Iglesia proclama poderoso Auxilio de los Cristianos. Además de mi eterna gratitud, he procurado que los nombres de las damas que, con sus ofrendas y el trabajo de sus manos, colaboraron para llevar a cabo este rasgo del celo y caridad, queden inscritos entre las insignes bienhechoras, que todos los días tendrán un recuerdo especial en las oraciones comunes y privadas, que mañana y tarde se alzan ante el altar dedicado a María Auxiliadora en este sagrado templo, invocando las celestiales bendiciones sobre ellas y sobre sus familias. Declaro por fin que estas mis obligaciones perdurarán para siempre con mis herederos. Mientras tanto y con profundo agradecimiento, me suscribo, Turín, 1.° de octubre de 1875. Su reconocido y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Fueron muchísimas las cartas que le llegaron durante la novena, acreditando hechos prodigiosos. Y hubo para la solemnidad peregrinaciones de Génova, Savona, Ovada, Ghioggia, Bolonia, Florencia y Roma. Los fieles ocupaban rincones, altares, escaleras y confesonarios, durante los sermones. Los patios, la plaza, las calles adyacentes rebosaban de gente. No hubo noticia de ningún desorden. Las continuas audiencias llegaron a debilitar a don Bosco. Hubo personas que no se marcharon de Turín hasta haber conseguido una entrevista con él. Sus hijos lo veían siempre tranquilo y afectuoso, como en tiempos normales. 1 La magnifica alfombra, gastada ya por el tiempo y el uso, mostraba todavía su valor cuando se adornaba con ella el presbiterio dos veces al año, una en la fiesta de la Inmaculada y otra en Navidad. La habilidad de las Hijas de María Auxiliadora la ha dejado limpia y restaurada este año, volviendo a reaparecer de este modo la extraordinaria belleza del trabajo. (**Es11.212**))
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