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((**Es11.203**) practicar las cosas buenas. Así, por ejemplo, es muy bonito saber lo bueno que es ir a la iglesia y rezar; pero es mejor ponerse a rezar y rezar bien; es muy bonito saber que es cosa buena ir a confesar y confesarse de verdad; pero confesarse con buenos propósitos, para bien del alma. Tampoco basta una devoción de afectos y oraciones momentáneas, sino que se requieren resoluciones firmes y de enmienda. Así se honra a los santos. Creedlo: lo contrario es un error y un error grande. Termino. >>Queréis ser verdaderos devotos de san José? Procurad ser verdaderos imitadores de sus virtudes y al fin de vuestra vida os encontraréis satisfechos. Buenas noches. Las dos charlas siguientes se refieren a los ejercicios espirituales de los estudiantes. Don Santiago Costamagna predicó las instrucciones y don Francisco Dalmazzo las meditaciones. Dice don Bosco que los dos son <>, aunque uno dirigía a las monjas en Mornese y el otro el colegio de Valsálice; los salesianos, aunque residieran fuera, se consideraban siempre unidos estrechamente a la familia que rodeaba a don Bosco en el Oratorio, de donde él los había sacado. ((**It11.234**)) 23 de abril. Manera de hacer bien los ejercicios espirituales: pensar en la vocación. Esta noche, queridos hijos, voy a dialogar con vosotros. ->>Queréis ser amigos de don Bosco? Todos: -íSí, sí! ->>Y si os dijera que hagáis bien estos ejercicios espirituales, los haríais bien? Todos: -íSí, sí! Así todo va bien. Con esta vuestra buena voluntad espero que hagamos grandes cosas. Los ejercicios, queridos míos, son algo muy importante y de inmensa utilidad. Es cierto que ya sois todos virtuosos y santos; mas no os ilusionéis por eso pensando que los ejercicios no sean utilísimos también para los buenos; porque siempre son una nueva ayuda, un auxilio nuevo que reanima el espíritu ya debilitado. Todos necesitan una revisión de su conciencia, un alivio para el cansancio. Os dice expresamente el Apóstol: Qui sanctus est, sanctificetur adhutc: qui iustuts est, iustificetttr, el que es bueno y virtuoso aumente más su bondad y su virtud; el que es santo, desee mayor santidad y hágase más santo. Además de esto, yo acostumbro recomendar mucho en estas circunstancias a todos los jóvenes que piensen en la vocación, sobre todo a los que se encuentran a punto de acabar los cursos de bachillerato. Esto es algo que os debe interesar mucho; porque, de haber pensado o no en el estado al que Dios nos ha destinado, puede depender muchas veces que nuestra vida sea feliz aquí en la tierra (sea cualquiera la forma de esa felicidad) y en la eternidad. Para esto, queridos amigos, es muy importante hacer una confesión general de toda la vida, si nunca se ha hecho, o del tiempo transcurrido desde la última confesión general hasta el presente. Quien quiera confesarse con los predicadores, tendrá comodidad para ello; pero os aconsejo, mis queridos hijos, lo mismo que aconsejan los santos: que debiendo tratar una cosa de tanta importancia, como es la de conocer la llamada del Señor, se trate de ello con el confesor ordinario. (**Es11.203**))
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