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((**Es11.204**) Este, por conocer la conducta que hemos observado en el pasado, y además por estar iluminado con las luces que el Señor suele enviar en tales circunstancias, podrá elegir, con mayor facilidad y acierto que otros, el camino que Dios le tiene trazado. Y al deciros esto, no entiendo deciros que alguien se confiese con su confesor ordinario y luego, vencido por el miedo o la vergüenza, se calle algún pecado. No, queridos míos; porque entonces, variando de dictamen, le diría a éste que cambie de confesor cada vez, antes de que una sola tenga miedo y se calle un pecado grave. ((**It11.235**)) Por tanto, queridos jóvenes, pensad seriamente en vuestra vocación, en esta ocasión tan propicia de los ejercicios espirituales, sobre todo los que ya os encontráis adelantados en los estudios. Este es el tiempo propicio en el que Dios suele mandar sus inspiraciones y sus gracias. íQueridos míos! Os digo esto con mucho gusto; porque, aunque se avise que todos piensen en el paso a dar para el futuro, siempre hay algún despreocupado que no da importancia a los ejercicios y deja pasar el tiempo; y, una vez llegado el momento de deliberar, se encuentra embrollado, sin saber decidirse y presentándose al confesor para consultarle sobre su vocación. -Pero >>cómo es eso? >>No tomaste ya tu decisión en los ejercicios espirituales? -Me olvidé, responde. >>Y qué consejo puede dar el confesor a estas cabezas huecas? Entonces es cuando comienzan las incertidumbres y los embrollos. El joven se decidirá, naturalmente, por cualquier partido; pero siempre con la duda de ese su nuevo estado. Por tanto, queridos hijos míos, si verdaderamente queréis ser amigos de don Bosco, proponeos realizar en estos santos ejercicios cuanto os he dicho, seguros de obtener un gran provecho para vuestra alma. Buenas noches. 25 de abril. Alabanzas a los buenos, que hacen bien los ejercicios espirituales; advertencias a los que no son buenos para que en estos ejercicios busquen el medio de no ser alejados de la casa. Estoy muy contento al ver desde un principio que sois tan exactos en practicar el silencio, que ciertamente es uno de los medios más eficaces para hacer bien y con fruto los ejercicios espirituales, y que, al mismo tiempo, demuestra vuestra buena voluntad de haceros virtuosos. Ya lo sois, y en verdad, pensándolo un poco, me parecen inútiles por completo estos ejercicios, si no para todos, al menos para muchos de vosotros. Porque debo decirlo con gran satisfacción: la mayoría de vosotros me satisface y me alegra, porque sois diligentes en todo, cuando se trata de estudiar, de rezar o de cumplir otros deberes. Digo la mayoría de vosotros, porque, si por un lado me anima y alegra la buena conducta de unos, otros, por el contrario, me tienen amargado, pues no quieren preocuparse de estudiar, ni de rezar, ni de cumplir el reglamento. Y no son tan pocos, ya que se podría contar uno sobre cada treinta. Se ha hablado de ellos en serio y casi se había determinado mandarlos a sus propias casas; pero la ocasión de estos ejercicios espirituales ha hecho que se suspenda esta decisión tan desagradable, dando esperanza a alguno de los superiores de que en estos días se determinarán a cambiar el plan de vida y practicar en adelante con todo empeño la virtud. Por tanto, los que pueden ser contados en este número, vean claramente la alternativa en que se encuentran: o cambian de comportamiento o se disponen a preparar las maletas. Les recomiendo, ((**It11.236**)) por tanto, que saquen buen partido de los ejercicios de estos días y se enmienden. (**Es11.204**))
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