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((**Es10.79**) en el aire sobre nuestras cabezas, comenzó a moverse a toda velocidad y, saliendo al encuentro de aquel monstruo, fue a colocarse precisamente entre nosotros y la bestia, y bajó luego casi hasta el suelo para impedirle que nos hiciera algún daño. En aquel instante oyóse resonar por el valle como el retumbar de un trueno, y una voz que decía: -Nulla est conventio Christi cum Belial! No puede haber acuerdo posible entre Cristo y Belial, entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas...; esto es, entre los buenos y los malos, que son llamados en la Sagrada Escritura precisamente hijos de Belial. Al oír aquellas palabras me desperté temblando de miedo y como aterido de frío; y, aunque sólo eran las doce de la noche, ya no pude conciliar el sueño ni entrar en calor en toda ella. Y si por una parte me sentí consolado al comprobar que casi todos nuestros jóvenes invocaban con humildad la misericordia de Dios y correspondían fielmente a los divinos favores, por otra parte os debo decir que me causó gran dolor el número no pequeño de los ingratos que por su maldad y dureza de corazón en resistir a todas las invitaciones de la gracia, habían sido castigados por el divino poder y estaban privados de la vida. He llamado ya a algunos ayer noche y a otros hoy mismo, a fin de que se pongan en paz con el Señor y cesen de abusar de la Misericordia Divina, y de ser piedra de escándalo para sus compañeros, pues no puede existir alianza alguna entre los hijos de Dios y los secuaces del demonio: -Nulla est conventio Christi cum Belial. Este es el último aviso que se les da. Como veis, mis queridos jóvenes, mis recomendaciones proceden de un sueño como todos los demás; con todo, hemos de dar gracias al Señor, que se sirve de este medio para hacernos conocer el estado de nuestra alma y cómo prodiga generosamente sus luces y sus gracias a los que invocan con humildad su auxilio y asistencia en las necesidades de alma y cuerpo, quia Deus superbis resistit, humilibus autem dat gratiam (porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes). Don Bosco, escribe don Joaquín Berto, no dio más explicaciones de los detalles del sueño; pero es fácil comprender lo que él enseña. Dios permite, mientras estamos en este valle de lágrimas, que el día alterne con la noche, y del mismo modo permite, en la vida espiritual, el paso de la luz a las tinieblas; y quien soporta con fe y humildad las épocas de oscuridad y aparente abandono, ve muy pronto tornar más viva la luz y brillar un espléndido arco iris en el horizonte. Y si permanece ((**It10.77**)) con el pensamiento orientado hacia Dios fielmente y con la más profunda humildad llega a comprender cada vez con mayor claridad la propia nulidad y la sublime majestad de Dios y la inefable belleza del premio que nos tiene preparado, siente siempre la necesidad de estar continuamente postrado ante El, implorando su infinita misericordia. En cambio, el que, lleno de sí mismo, descuida la vida interior, y(**Es10.79**))
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