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((**Es10.323**) A la instancia iba unida una exposición detallada de las construcciones que se querían hacer, redactada por el conde Carlos Reviglio de la Veneria, de la forma más clara y exacta posible para hacer comprender la gran conveniencia y necesidad de la petición que se dirigía al Soberano. ((**It10.350**)) RELACION Sobre el proyecto del Hospicio y Escuelas para niños pobres que el reverendo don Juan Bosco desea construir en Turín, en la manzana de San Bernolfo n.° 19, de la sección de San Salvario, con iglesia pública dedicada a san Juan Evangelista. El reverendo don Juan Bosco, fundador del grande y pobladísimo Oratorio de San Francisco de Sales en Valdocco y de otras Obras piadosas, que este benemérito Padre de los pobres creó no sólo en Turín, sino también en diversas provincias del Estado, llevaba dos años proponiéndose levantar un nuevo edificio de utilidad pública aquí en Turín, en la manzana de San Bernolfo, n.° 19, de la sección de San Salvario, entre la calle de San Pío Quinto y la de Madama Cristina, con frente a la avenida del Rey. Escogía esta zona porque desde la plaza de armas hasta el Po, en una extensión de unos tres kilómetros, no se encuentra, para los numerosos habitantes que la pueblan, ni una escuela para niños, ni una iglesia para el culto religioso. Con este fin, hace ya muchos años, abrió don Bosco el pequeño Oratorio de San Luis con escuelas y patio de recreo; pero, al prolongar la calle de San Pío Quinto, este centro quedó dividido en dos partes y, en consecuencia, inutilizado para cumplir su finalidad. Para poner remedio a la estrechez de dicho Instituto aún abierto, y aunque insuficiente, el activo don Bosco está decidido a edificar una gran iglesia, que sirva a aquella población, y un edificio capaz para escuelas, hospicio y patio, donde entretener a los muchachos durante las horas del recreo y particularmente en los días festivos, preservándolos de los peligros de la inmoralidad, preparándolos para un arte u oficio y formándolos como ciudadanos obedientes a las leyes. Después de haber trabajado siempre con este utilísimo fin y superado graves dificultades, ha llegado ya don Bosco a ser propietario de unos tres mil quinientos metros cuadrados de terreno, que ha ido comprando, casi palmo a palmo, a diversos propietarios, pagándolo proporcionalmente a los edificios sitos en él, todos ellos inservibles y que hay que derribar. En estas adquisiciones ha gastado ya don Bosco la enorme cantidad de setenta mil liras y ha confiado el trazado de los planos de este su gran proyecto a mi óptimo y queridísimo amigo el conde Eduardo Arborio Mella de Vercelli, quizá el primero y más profundo conocedor entre nosotros de la arquitectura de la edad media, por él estudiada con amor grandísimo no sólo en Italia, sino también en Alemania, Normandía e Inglaterra durante varios años; son muy conocidos los estudios por él publicados, los monumentos construidos y las basílicas restauradas, para asegurarnos que nuestra Turín adquiriría de este maestro un monumento, que serviría de lustre, decoro y ornamento grandísimo a uno de los barrios más concurridos de la Ciudad. El monumento, que ((**It10.351**)) ahora proyecta el conde Mella, cuyo anteproyecto tengo el honor de presentar aquí, suscrito por mí con fecha de hoy, para mostrar el (**Es10.323**))
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