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((**Es10.324**) emplazamiento del mismo, sería de estilo románico. El autor se compromete a presentar en breve el plano detallado para su aprobación por la Autoridad Municipal. En el centro de la manzana, frente a la avenida del Rey, se levantaría la fachada de la iglesia, que tendría tres naves en su interior, con una medida en conjunto de veintiún metros y veinte centímetros de anchura, por cincuenta y siete metros con setenta centímetros de longitud en su nave mayor, dimensiones indispensables para servir al Hospicio y a la numerosa población, que habita en aquellos contornos, y especialmente a la muchedumbre de chicos que afluyen a aquella zona desde diversos puntos de la Ciudad. A mano derecha de la fachada del templo, y siempre frente a la avenida del Rey, se construiría el Hospicio que podría después extenderse también hacia la calle Madama Cristina, rodeando el patio, que tendría suficiente superficie para los juegos de los chicos pobres. El amplio subterráneo de la iglesia, levantado a siete peldaños sobre el suelo de la avenida del Rey, servirá para diversos usos del Hospicio, como comedor, almacenes, etc., lo mismo que ya hizo el propio don Bosco bajo la iglesia del Oratorio de San Francisco de Sales, aquí en Turín, destinando gran parte a escuelas nocturnas. Este emplazamiento es el único que se ha encontrado como posible para obtener las necesarias dimensiones, con comunicación a la calle de San Pío Quinto, destinando la fachada de la iglesia y la principal del Hospicio a ornamentación de la gran avenida del Rey, y, en efecto, para mejor disposición de las partes quedaría la fachada de la iglesia justamente en el centro de la manzana, que, con el tiempo, podría llegar a ser casi toda hospicio, si se pusiera en venta el pequeño edificio hacia la calle Ormea. Para realizar este grandioso proyecto, además de los tres mil quinientos metros cuadrados, ya comprados por don Bosco y con las concesiones obtenidas del señor Fantini, propietario de la casa, que hace ángulo con la calle Pío Quinto y Madama Cristina, falta todavía, para completar el área ahora necesaria, una pequeña longuera de tierra, a levante, que forma parte del almacén de piedras del señor L. Enrique Morglia. Esta parcela tiene una superficie de trescientos veintiocho metros cuadrados, que son casi nueve tablas de la antigua medida piamontesa; está señalada en el plano adjunto con una línea amarilla. Habiendo resultado inútiles todos los intentos realizados por quien esto escribe, para inducir al señor Morglia a la cesión de la mencionada longuera de tierra, aun cuando tenía facultad, concedida por don Bosco, para pagarlo por encima de su valor real, para no cortar y echar a perder los planos, que el distinguidísimo Arquitecto está proyectando, se atreve el reverendo don Bosco a recurrir a S. S. R. Majestad suplicando que, en aplicación de la ley del 25 de junio de 1865 n.° 2359, quiera dignarse considerar como obra de utilidad pública las proyectadas construcciones, tanto más cuanto que el terreno ((**It10.352**)) que se debería separar del almacén del señor Morglia serviría para regularizar las dos propiedades con una línea perpendicular a la avenida del Rey, y de este modo se haría factible un proyecto que, de no ser así, habría que alterar y perdería su importancia y la grandiosidad que quiere darse a un Instituto de beneficiencia y de utilidad pública, para el cual se gastarán, dentro de dos años, más de trescientas mil liras. Puede el reverendo don Bosco garantizar la petición de la pequeña superficie de terreno que le falta para la realización de su vasto proyecto, con la hipoteca legal de todo el terreno, comprado ya por él hasta el presente, en esta manzana, y que le cuesta setenta mil liras. (**Es10.324**))
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