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((**Es10.1053**) contraria a la ley, y le prometió que hablaría en su favor, decidido a ayudarlo por todos los medios. El día primero de mayo por la tarde fue don Bosco a consultar al abogado comendador Tomás Villa, en la calle de Santo Domingo, n.° 1. Era éste un demócrata, pero uno de los más entendidos abogados de Turín, y también le dijo, en cuanto oyó la exposición de la cuestión: -íTenemos todas las razones a nuestro favor! Y, sumamente cortés, concluyó: -íMe alegro de que haya acudido a mi bufete! Puede volver cuando quiera. -Gracias, señor Comendador; pero, cuando se trate de cosas de poca importancia puedo acudir a cualquier ((**It10.1148**)) abogado, y cuando, como ahora, se trata de mi honradez y de la de un Instituto, íhace verdaderamente falta un abogado de primer orden! -Estoy muy satisfecho de que haya venido a mí. Le aseguro que llevaré esta causa con mucho gusto. Aun cuando se me condenara, no me importaría nada; íes una causa que me gusta! Pero, como veremos, la causa no triunfó. El 2 de mayo fue don Bosco a hablar con el Procurador del Rey, y le dio todas las explicaciones de su proceder. Estaba también presente, con otros funcionarios, el caballero Migliore, el cual, al terminar, contó la curación de su hija, y dijo: -Estaba mi hija propensa a la tuberculosis, y desahuciada por los médicos; fui a recomendarla a las oraciones de don Bosco y hoy está perfectamente curada, gracias a sus oraciones. Entre las razones que don Bosco adujo en su defensa, presentó también ésta: -Yo no he hecho ninguna lotería; como usted habrá podido observar, consta en el boleto la palabra limosna. Además, la ley habla de lotería pública; y la rifa que yo he hecho no es ninguna lotería pública; y no se ha dado ninguna publicidad. -Sí, replicó el Procurador; pero aquí se lee la palabra sorteo, y esto es una señal de que ha de darse esta publicidad. -No hablamos todavía de sorteo; estamos en la palabra pública, pues si no es pública, se puede hacer el sorteo; y por otra parte, éste todavía no se ha hecho. Le opusieron que se trataba de lotería pública por la impresión y difusión de tantas circulares y por el sinnúmero de cartas escritas al propósito. Y don Bosco replicó: -No comprendo cómo se puede llamar y declarar pública una carta, enviada en sobre cerrado, con su correspondiente sello de correo... (**Es10.1053**))
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