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((**Es1.41**) pecado original. El sacrilegio acrrea la maldición de Dios. Quien, por el contrario, lo recibe santamente, recordando que esta unión es figura de la unión divina de Jesuscristo con su Iglesia, obtiene la abundancia de la gracia y muchas bendiciones aun temporales: bendiciones para sobrellevar con facilidad el peso de las obligaciones contraídas ante Dios, bendiciones para la paz doméstica, bendiciones para tener lo necesario para la vida y, sobre todo, bendiciones para los propios hijos. En aquellos tiempos, como sucede en los nuestros, en tales ocasiones se celebraban en las aldeas ruidosas demostraciones de alegría, festejos, banquetes, disparos de cohetes, música. Pero, antes que nada, se hacía una buena confesión y una santa comunión y, luego, una vez recibida la bendición del párroco, venía la mutua entrega de los anillos al pie del altar y durante el santo sacrificio. Así lo hicieron Francisco y Margarita: ((**It1.30**)) después de haber ido al ayuntamiento, celebraron su boda en la parroquia de Capriglio el 6 de junio de 1812. Desde aquel momento observaron con exactitud el gran precepto de San Pablo: <>.1 Margarita, una vez en su nueva casa de Morialdo, consideró en seguida al pequeño Antonio como hijo suyo, de manera que éste encontró una madre que sustituía a la difunta, y no a una madrastra, como suele acontecer muchas veces a los pobres huerfanitos. Pero el chico, aunque muy bien tratado, parece que por razones interesadas no veía bien el segundo matrimonio de su padre. Entre tanto, por estos mismos días, el once de junio, un carruaje que había salido de Sanova atravesaba a gran velocidad la llanura de Alessandría: en él iba encerrado y casi agonizante Pío VII, prisionero de Napoleón desde hacía tres años. Acompañado por un comisario imperial, atravesaba sin que nadie lo supiera las colinas de Asti, llegaba a Fontainebleau, donde su perseguidor le tenía preparados amarguísimos sinsabores. A su paso, el santo Pontífice bendeciría seguramente a los piamonteses, sabiendo como sabía el afecto que le profesaban. Al enterarse Margarita de su paso, no pediría a Dios que aquella bendición le sirviera de ayuda en su nuevo estado? Margarita era feliz porque <>2. Acogió a la anciana madre de Francisco, que también se llamaba Margarita, con indecible alegría y depositó en ella todo su afecto y su confianza. Margarita correspondía a su suegra con amor //1 Efes.V, 33. 2 Prov.XV, 15.//(**Es1.41**))
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