Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es1.387**) Este pueblo, falto de todas las comodidades necesarias para la vida humana, es parecido al de Capriglio. Aquí vivo como si ((**It1.484**)) estuviera en plena soledad, la cual por otra parte, ha sido siempre mi Raquel. No estoy todavía en mi centro, y si el Señor me concede la gracia de prolongarme la vida un poco más, quiero dar un generoso puntapié al mundo y sepultarme vivo en un convento. Cuando llegue el tiempo de venir a verme, acordaos de traerme los tres pequeños volúmenes de la sagrada Biblia. Hacedme el favor de devolver al señor José Scaglia y a su queridísima familia, de quienes las circunstancias o mejor dicho, la divina Providencia, me han alejado demasiado, los saludos que de su parte me mandáis. Mariana sigue bien según su costumbre, sicut in quantum; os saluda conmigo cordialmente. Cuidad vuestra salud y creedme siempre. Vuestro buen amigo JOSE LACQUA, presbítero El buen sacerdote manifiesta a Juan en esta carta su deseo de hacerse religioso; lo que hace pensar que Juan aprendiera de él el desprecio, tantas veces manifestado de las riquezas mundanas, y que tal vez también recibiera del mismo cuando era un chiquillo, la primera idea de consagrase a Dios en una congregación. Deducimos también de esta carta que Juan continuaba sus estudios de la Biblia, de la cual acumulaba en su memoria tesoros inmensos que le ayudaron admirablemente en su benéfica misión. Faltaban todavía algunos meses para terminar el curso escolar, cuando un día llegó al seminario el joven Jorge Moglia, enviado por su padre para invitar a Juan a ser padrino del último hijo recién nacido. Sería madrina la misma hija de Moglia, la cual no quería aceptar ((**It1.485**)) porque tenía vergüenza de aparecer en la iglesia junto a un eclesiástico; y sólo cedía ante el imperioso mandato del padre. Juan fue allá; pero al llegar a la parroquia y saber por el señor Moglia que la madrina sería su propia hija, Juan respondió: -No hace falta; he traído yo la madrina de Chieri. - Entonces puedo decir a mi hija que se retire? dijo Moglia. -íSí, dígaselo! - Y la hija, que había ido de mala gana, se retiró. -Y entonces, quién hará de madrina?, insistió Moglia. - La Virgen y la Iglesia, dijo Juan: ellos bastan. Y al recién nacido se le impuso el nombre de Juan. Después del bautismo y de una pequeña refección, el seminarista Bosco, antes de marcharse de la granja Moglia, subió a visitar a la señora Dorotea para saludarla. Se lamentó ella porque se sentía agotada (**Es1.387**))
<Anterior: 1. 386><Siguiente: 1. 388>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com