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((**Es1.388**) de fuerzas y expresó su temor de no volver a recuperar la salud. Juan le dijo: -Anímese y esté alegre; usted llegará a los noventa años. - La enferma, en efecto, curó y puso toda su confianza en la promesa de Juan Bosco; de modo que, cuando algunas veces se vio acometida por enfermedades aún graves, no quiso nunca tomar los remedios prescritos por el médico, diciendo: -Don Bosco me aseguró que viviré hasta los noventa años. -Sobrevivió al mismo don Bosco, todos los días se encomendaba a él, segura de que la atendería desde el cielo, y murió a los noventa y un años con el retrato del hombre de Dios, a quien ella había hecho tantos beneficios, sobre el pecho. Era un gran consuelo, para los bienhechores de Juan, el pensamiento de que ayudándole, cooperan a los designios de Dios; pero era mucho mayor la satisfacción de estar seguros de que Juan correspondía con un afecto imperecedero. Entre estos bienhechores no era el último en darse cuenta de ese afecto el teólogo Cinzano; pues Juan no dejaba pasar ocasión para mostrar su amor filial a su párroco ((**It1.486**)) que le quería con predilección y le prodigaba paternales cuidados. Le escribía con frecuencia desde Chieri cartas afectuosísimas, y no dejaba de expresarle sus augurios en las ocasiones más importantes del año. Don Cinzano conservaba cuidadosamente todas estas cartas que Juan le envió siendo estudiante, seminarista y sacerdote. Al morir el buen sacerdote en 1870, el que revisó su archivo, por las prisas e inadvertencia echó también al fuego esta correspondencia con otros papeles inútiles: ya demasiado tarde se lamentó de que muchos de los papeles quemados llevaban la firma de Juan Bosco. Sólo nos queda una poesía por él escrita este año, con ocasión del día onomástico de su párroco. Tanto ésta, como las demás composiciones poéticas suyas hechas para varias circunstancias, no son despreciables; aunque rompa la rima al final de las estrofas y algunos versos hagan pensar en un hombre que tiene prisa para no perder el tiempo preciosísimo, se ve en ellas un gran corazón que quiere mostrar su afecto y estima a sus bienhechores y amigos1. En el día onomástico del Ilustrísimo y Muy Reverendo Señor teólogo Antonio Cinzano Cura Párroco de Castelnuovo. 1 Como es natural, la traducción literal de los versos carece del encanto original. (N. del T.) (**Es1.388**))
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