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((**Es1.329**) No parece, según esto, que ya hubiera formulado en su mente lo que después se le vio realizar por Maria Auxilium Cristianorum? >>Ya entonces Juan Bosco quería inmensamente a los muchachos: su mayor placer era estar con ellos. Todos los jueves, ganados por su amabilidad, iban muchísimos jovencitos de Chieri a visitarlo; algunos de ellos había sido dos años antes sus condiscípulos en el colegio. A la hora acostumbrada oíamos la voz del portero que gritaba: ((**It1.406**)) -íBosco de Castelnuovo! - El bajaba, se entretenía alegremente con ellos, que le rodeaban como los hijos a su propio padre, hablaban de las cosas de clase, de los estudios, de las prácticas de piedad, y no dejaba nunca de darles un buen consejo. Los llevaba a la capilla, hacían una breve oración y les demostraba un afecto singular. Después de haberlos despedido, me dijo más de una vez: -En nuestras conversaciones es necesario introducir siempre algún pensamiento de cosas sobrenaturales. Es una semilla que a su tiempo dará fruto-. Es el consejo del Espíritu Santo: <>.1 >>A Juan le llamaban Bosco de Castelnuovo, sigue diciendo don Giacomelli, para distinguirle de otro seminarista del mismo apellido, que después fue director de las <> en Turín. Sucedió entre los dos un caso, en el que entonces no se reparó, pero que yo recuerdo muy bien. Bromeaban los dos entre sí buscando un sobrenombre para distinguir a cuál de los dos se referían cuando los llamaban. Dijo uno: -Yo soy Bosco Níspero. Con esto quería expresar que era de madera dura, nudosa, poco flexible-. Nuestro don Bosco respondió: - Y yo me llamo Bosco de Sales, esto es, de sauce, madera suave y flexible-. Como si desde entonces previese la futura Congregación con San Francisco de Sales por Patrono, cuya dulzura quería imitar. Sensibilísimo como era por naturaleza, aún para las cosas pequeñas, se comprendía que, sin virtud, se hubiera dejado dominar por la cólera. Ninguno de nuestros compañeros, que eran muchos, sentía tanta propensión ((**It1.407**)) a este defecto como él. Sin embargo era evidente la grande y continua violencia que hacía para vencerse. >>Era el modelo de la clase. Yo admiraba su diligencia y su amor al estudio y la piedad. Nunca le vi tomar parte en las diversiones aun lícitas y permitidas por los superiores, sino que hasta en tiempo de recreo leía, estudiaba, paseaba con los compañeros, contando 1 Eclesiástico, IX, 16. (**Es1.329**))
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