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((**Es1.242**) Había frecuentado en Chieri el convento de los franciscanos, y algunos padres, que conocían las raras cualidades de ciencia y de piedad de que estaba dotado, le habían invitado a entrar en su orden, asegurándole que le dispensarían de entregar la suma prescrita para ingresar en el noviciado. La proposición había apaciguado sus perplejidades, tanto más que hallándose preocupado por la pensión que debería pagar en el seminario, todo otro camino le parecía cerrado. Margarita su madre, lo había dejado siempre en libertad para elegir estado. Nunca le había hablado sobre el porvenir, nunca había hecho cálculos de una vida más cómoda a su costa, nunca había mostrado el menor deseo de quererle en casa consigo o de vivir con él, cuando fuera sacerdote. Si Juan le preguntaba qué pensaba sobre este punto, qué deseaba por su parte, ella invariablemente respondía: -íYo no espero de ti más que tu eterna salvación! -Juan, ((**It1.288**)) aunque la veía tranquila, no creyó fuera oportuno todavía manifestarle su designio; ya fuera porque consideraba el sacrificio que le iba a costar aquella separación, ya fuera también porque no era cosa que iba a poner por obra en seguida. Para ser admitido en los franciscanos era necesario pasar un examen, al que debían preceder unos meses de preparación. Con todo eso, pensó en adquirir los documentos que le eran necesarios, y los pidió a su párroco; el cual satisfizo su deseo, pero al dárselos como era natural, don Dassano le preguntó para qué los quería, y Juan no le ocultó la resolución que había tomado. Entretanto, había llegado el tiempo de volver a Chieri. Como la señora Lucía Matta había levantado su casa en la ciudad, por haber terminado su hijo los estudios de gimnasio, había que encontrarle a Juan una nueva pensión. José Pianta, primo y amigo de la familia Bosco, de la misma aldea de Morialdo, había determinado trasladarse aquel año a Chieri para abrir una cafetería. Margarita aprovechó la oportunidad y le rogó aceptase a Juan en su casa, y Pianta propuso al muchacho el empleo de mozo de café en su establecimiento. Juan aceptó; porque así estaría más cerca de su profesor don Banaudi, con quien sostenía buena amistad. Pero parece que a la llegada de Juan a la ciudad, Pianta aún no había terminado de arreglar sus preparativos y no se había acomodado todavía en la nueva casa. Si nos atenemos a las relaciones hechas por los viejos del lugar a don Segundo Marchisio y a las noticias que adquirió el profesor don Juan Turchi, parece que nuestro Juan se hospedó por algún tiempo en casa de un tal Cavalli, que le dejó un rincón de la cuadra para dormir, con la obligación de cuidarse de un borrico y hacer algunos trabajos (**Es1.242**))
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