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((**Es1.174**) invierno, cuando no se podía trabajar en el campo, en los días de lluvia, los domingos y fiestas, los reunía a todos por la tarde. Subían al henil, se sentaban en semicírculo, y Juan, colocado sobre un montón más alto, les daba catecismo, les repetía lo que había oído desde el púlpito de la iglesia parroquial, les contaba algún buen ejemplo, les enseñaba a rezar el rosario, las letanías de la Virgen y a cantar una letrilla sagrada: en una palabra, comunicaba a sus compañeros todo lo que él sabía. Preguntándole la dueña por qué escogía aquel sitio para sus reuniones, respondía: -íPorque allí ni vosotros nos estorbáis, ni nosotros os estorbamos! - Pero no quería de ningún modo que asistieran las niñas. En la ((**It1.200**)) primavera y en los días serenos se juntaban todos a la sombra de un moral. Las madres de familia se consideraban dichosas al poder confiarle sus hijos, lo mismo cuando se veían en la necesidad de alejarse de casa, que cuando no podían acompañarlos a la parroquia. El aceptaba de buen grado su invitación y prodigaba a sus protegidos todas las muestras de afecto, con caricias y regalitos apropiados a su tierna edad, mostrándose muy ajeno de hacer lo mismo con las niñas. Mientras tanto, seguía viva y ardía en él una sed de estudiar, que no podía calmar. Doquiera iba, llevaba consigo un paquete de libros que trataban de religión y la gramática que le había dado don Calosso. En casa, apenas tenía un momento libre de ocupaciones, volvía sin demora a la lectura. Cuando iba delante del arado, sostenía con la derecha el ronzal de la yunta de bueyes y llevaba en la izquierda un libro abierto, a cuyas páginas daba de vez en cuando una mirada. Un día le preguntó el amo por qué tenía tanta afición a los libros. - íPorque tengo que ser sacerdote!, respondió Juan. - Tú sacerdote?, decían los de casa a su afirmación muchas veces repetida. No sabes que para estudiar se requieren nueve o diez mil liras? Dónde las encontrarás? íVaya, vaya!, seguían diciéndole, mientras colocaban las manos sobre sus hombros y le golpeaban cariñosamente: ísi no llegas a ser don Bosco serás son Bocc! 1 - íYa lo veréis! añadía Juan. Ana Moglia, otra hermana del señor Luis, de unos dieciocho años, al verle tan persuadido de esta idea, le dijo varias veces: -Pero si eres pobre, cómo vas a hacer para dedicarte a los estudios sin dinero? //1 <>: es una palabra piamontesa que tiene cierto parecido fonético con otras, y significa algo así como <> (N. del T.)// (**Es1.174**))
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