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((**Es9.726**) -Yo no estoy obligado al secreto, respondió el Pontífice, sonriendo también. Mas, poniéndose serio, continuó: -Siento, a mi pesar, que algunos no sólo combatan la oportunidad de la definición, sino que pongan en duda o nieguen la misma infalibilidad. -Tienen, observó don Bosco, por caballo de batalla a Honorio I. ->>Y Vos?, le preguntó el Papa, que se complacía oyéndole hablar; vos, >>qué respondéis? -Yo pienso y digo lo mismo que pensaron y dijeron los autores más acreditados, que defienden al Papa Honorio con razones validísimas y así salvan también la infalibilidad. En las ((**It9.817**)) dos cartas al Patriarca Sergio no definió nada, como Cabeza de la Iglesia. Tampoco erró en ellas, como doctor privado, pues el sentido natural de sus palabras, tomadas en su contexto, es católico. San Máximo da testimonio de su santidad y ortodoxia. San Juan Damasceno, cuando combate a los partidarios del monotelismo, no nombró para nada al Papa Honorio. Este Papa contemporizó al combatir la nueva herejía, porque tal vez no conocía aún toda su malicia. Un autor serio lo llama cunctator (contemporizador) y dice que, si faltó, faltó de diligencia y nada más. Yo, sin embargo, opino que si cunctavit, si contemporizó, lo hizo por prudencia y, así como se puede contemporizar sin faltar, así pienso que el Papa Honorio no cometió ni siquiera pecado venial. -íMuy bien! íAsí es!, respondió Pío IX. Y, tras un breve silencio, mirando con insistencia al Siervo de Dios, continuó: -Y Vos: >>tenéis algo que comunicarme en particular, respecto a la Iglesia y a las presentes circunstancias? El Venerable creyó llegado el momento de hablar al Papa del sueño o visión tenido el cinco de enero, del que había escrito solamente un resumen; y humildemente respondió: -Santidad, si el Señor quisiera manifestar algo del presente o del futuro respecto a la Iglesia, parece que antes debería manifestarlo a su Vicario en la tierra y no a un simple y pobre sacerdote. No obstante, he aquí este folio dirigido a Su Santidad; quien me lo entregaba no miente. En aquel papel sólo estaban los párrafos que se referían al Papa y al Concilio, titulados: La voz del cielo, al Pastor de los Pastores. Los lectores ya los conocen. Era un mandato apremiante, absoluto, de que no se desatasen las dificultades, que se rompieran; que se superaran (**Es9.726**))
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