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((**Es9.725**) Al llegar a este punto, querríamos poner de relieve otra vez la jovial amabilidad paternal de don Bosco y su continuo empeño en aprovecharla. Hay en estas cartas ciertos detalles y frases que, al leerlos, aumentan aún ahora el amor que profesamos a don Bosco. Pensad en la eficacia que tendrían en el corazón de aquellos a quienes iban dirigidas. Advertimos también cómo don Bosco, cuando contó a los Salesianos la primera audiencia con el Papa, dijo esta frase: Pio IX habló de otra cosa que no es menester decirla. Y añadió que el mismo Papa quiso que volviera a una segunda audiencia con él, porque aún tenía muchas cosas que decirle. No dejó ningún rastro de ellas. Eran cosas muy importantes, que se referían al Concilio. >>Qué delicados encargos que no conocemos nosotros le confiaría el Vicario de Jesucristo? Está el hecho de que seguía tratando de convencer a algunos de la minoría, sobre la necesidad de la definición dogmática de la infalibilidad pontificia, y asistía a las sesiones de algunas congregaciones particulares y refería al Pontífice lo que creía conveniente o necesario. Así trabajaba sin descanso por una causa, a la que ((**It9.816**)) había consagrado toda su vida: la gloria del Papado y de la Iglesia. El Papa estaba satisfechísimo de ello. Resurgían, pues, las esperanzas de abrir una casa salesiana en Roma. El Venerable habló con el eminentísimo cardenal Quaglia de la propuesta del Padre Santo para la Iglesia de San Juan de la Pigna, y le dio ánimos. Es más, fue con uno de los encargados de la administración de las propiedades del Vaticano a ver la iglesia propuesta y encontró un magnífico templo, pequeño sí, pero hermoso, con cinco altares de mármol y un precioso órgano nuevo. Había junto a la iglesia una casa, que también visitó: le pareció que podía alojar cómodamente quince personas. Le enseñaron, además, otro edificio un poco distante, bastante mayor, que pertenecía a la misma iglesia, que estaba alquilado y producía seis mil liras de renta al año. Después de la visita, volvió al Padre Santo, el 12 de febrero, y le dijo: -Santidad, he visto la casa y la iglesia. -Bien, contestó el Papa; si las queréis son para vos. -Doy las gracias a Su Santidad y las acepto. A continuación Pío IX se explayó con él y le manifestó proyectos y deliberaciones confidenciales, referentes al Concilio. Don Bosco, sonriendo, le interrumpió: -Padre Santo, >>y el secreto? (**Es9.725**))
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