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((**Es9.569**) por los malos compañeros, no produjo los frutos que de él se espera ban. A pesar de ello fue singular el reconocimiento que siempre profesó a las personas, que trabajaron para colocarle en el Oratorio. Un sueño tenido al principio de su enfermedad le hizo volver sobre sí mismo, se arrepintió del pasado, pidió perdón de él a Dios y al Superior y, fortalecido con los santos sacramentos, pasó a la otra vida en el ósculo del Señor. ((**It9.636**)) Sucedió lo siguiente. Estaba en el Oratorio este joven aprendiz. Tenía diecisiete años. Una lenta enfermedad minaba su cuerpo. El día 3 de mayo por la mañana tenían que ir los músicos a un pueblecito algo distante de Turín, para cantar en las funciones religiosas del mismo. Como Adolfo era muy experto en música y buen pianista, convenía que no faltara. Dado que su enfermedad no estaba aún muy avanzada, pidiéronle sus compañeros que les acompañara y él condescendió. Se levantó de la cama y fue a la estación. A la media hora de viaje, atacóle el mal de tal modo que, al llegar al pueblo, no se podía tener en pie. Algunos compañeros le llevaron a una posada que encontraron, donde le atendieron con esmero. Los jóvenes cantaron, almorzaron, pero su alegría estaba mermada por el pensamiento del compañero que sufría. Al atardecer fue don Juan Cagliero a pagar al posadero, hizo llevar al enfermo hasta el tren y, casi una hora después, llegó a Turín. Fue conducido en coche al Oratorio. De la portería a la enfermería subió en brazos de sus compañeros. Se metió en cama, llamaron al médico y él pidió que rogaran a don Bosco que fuera a su lado, porque tenía algo que decirle. Fue don Bosco enseguida y, cuando estuvo junto a él, díjole el joven: -íDon Bosco, perdóneme! Se lo pido de corazón, estoy arrepentido de veras. -Bien, bien, Adolfo, respondióle don Bosco afectuosamente; tranquilo, yo te perdono. -Don Bosco, replicó el enfermo por segunda vez; perdóneme, por favor. -Sí, Adolfo, te lo repito, te perdono; pero habla, di lo que quieras decirme. -La otra noche, antes de partir para la fiesta, tuve un sueño, que temo mucho va a cumplirse. Me parecía ((**It9.637**)) estar a su lado con muchos otros compañeros. Pero yo, poquito a poco, empezaba a separarme de usted y, cuanto más me alejaba, he aquí que un perro feroz y rabioso, que me observaba de lejos, se acercaba cada vez más (**Es9.569**))
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