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((**Es9.541**) También los colegios de don Bosco participaron en la gran alegría filial, con comuniones generales, músicas e iluminaciones. ((**It9.602**)) Así ofrecía don Bosco a Pío IX el tributo de su ardentísimo afecto con el que abrazaba en su corazón a toda la Iglesia Católica. Y no era el tributo de un día o de una solemnidad especial, sino el de cada uno de los instantes de su vida laboriosa, impregnada de celo, dispuesta a los más arduos sacrificios. Y este afectuoso homenaje era ilimitado, porque se extendía a cada uno de los hijos del Sumo Pontífice, con quien convivía, se avenía, se entretenía y se escribía. En todos veneraba la imagen de Dios, el carácter del cristiano sin preocupación de la clase social a que pertenecieran. Cerramos este capítulo con una carta que escribía a la señora Rosa Gnecco, calle Julia, 21 - Génova. Apreciadísima Señora: Bendito sea siempre el Señor, cuando nos da consuelos y cuando nos envía aflicciones. Recemos con fe y esperemos. Si no es contra el bien del alma, Dios nos concederá cuanto pedimos. Rece cada día: tres padrenuestros, avemarías y glorias al Santísimo Sacramento y una salve a la Virgen. Yo pediré también en la santa misa; Dios es un buen Padre. Dios ha concedido ya muchos favores a los que prometen hacer una limosna para continuar los trabajos de la iglesia aquí dedicada a María Auxiliadora. Descienda todo bien sobre usted y sobre las personas que me recomienda. Ruegue también por mí, que me profeso de V. S. Turín, 14 de abril de 1869. Afmo. y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. (**Es9.541**))
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