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((**Es9.483**) hay un local: mirad si os conviene y ved, entre tanto, si es cosa fácil poneros de acuerdo con el propietario. Y con diligente bondad continuó diciéndole el Padre Santo que si se podía resolver esta compra, deseaba que aquel mismo año se establecieran allí algunos sacerdotes y clérigos salesianos enviados desde Turín, para estudiar Filosofía y Teología en la Minerva ((**It9.532**)) y en la Gregoriana. Una vez obtenido el doctorado, volverían al Oratorio para dar clase. Cesarían así las exigencias del Arzobispo de Turín y íel mismo Papa, por medio de su Vicario, conferiría las órdenes sagradas a los hijos de don Bosco! El Venerable aceptó con gratitud la proposición y, después de una larga exposición sobre el estado de la Pía Sociedad, presentó al Padre Santo el vivo deseo de muchos fieles de que se erigiera canónicamente una Cofradía en la iglesia de María Auxiliadora. Le dijo que presentara los estatutos al Arzobispo de Turín y solicitara la erección canónica: y a continuación suplicaba al Padre Santo que enriqueciera aquella obra con algunas indulgencias. El Papa asintió complacido. Le presentó aún una petición de condecoraciones para algunos insignes eclesiásticos y el Papa acogió también benévolamente la súplica. Al fin Pío IX le regaló una cajita llena de crucifijos, enriquecidos con cuatrocientos días de indulgencia cada vez que se besaran, o se diesen a besar a otros. Don Bosco subió al Quirinal para visitar San Cayo. El lugar indicado por el Papa pertenecía al Monasterio de la Encarnación, llamado de las Barberinas, por ser fundación de la excelentísima casa Barberini, que tenía el Patronato. Comprendía dos grandes cuerpos de edificios: uno de ellos, vacío desde hacía tiempo, era adecuado para la obra de don Bosco. Tenía aneja la iglesia y un amplísimo solar, donde se podían levantar otros edificios. Por aquellos días había permitido el Ayuntamiento de Turín a los centros benéficos poner en la plaza del Castillo una especie de feria para vender, durante los últimos días de Carnaval, cuanto creyeren oportuno en favor de sus asilados. Había sido don Bosco el inspirador de la idea. Era el carnaval de Turín de aquellos tiempos el más decoroso, tranquilo y divertido de toda Italia. Existía una Comisión a propósito con plenos poderes y guardias a sus órdenes para velar ((**It9.533**)) por el orden, la moral y el respeto a toda clase de personas. Ya antes de salir para Roma, don Bosco había dicho a los de (**Es9.483**))
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