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((**Es9.453**) Estas noticias nos las dio monseñor Manacorda. Don Bosco había resuelto llevar vida retirada para gozar de mayor libertad y dedicar todo el tiempo al despacho de sus asuntos, pero a duras penas lo consiguió. Apenas se supo en Roma su llegada, muchos romanos y forasteros empezaron a agolparse alrededor de la casa del caballero Marietti intentando ser recibidos por el Venerable; y el Caballero, de acuerdo con los deseos de don Bosco, los despedía con cualquier pretexto. Pero ellos protestaban: -Es usted quien nos quiere impedir que tratemos con don Bosco nuestros asuntos. Usted quiere tener a don Bosco sólo para sí. >>Acaso nuestros asuntos no valen tanto como los suyos? Si don ((**It9.497**)) Bosco supiera que deseamos hablarle, nos recibiría con sumo gusto. El pobre Marietti tenía que arreglárselas para salir airoso. Con todo, algunos privilegiados lograban llegar hasta el Siervo de Dios o conseguían encontrarlo por la calle y a la puerta de los sacros palacios, donde lo esperaban. Era enorme el aprecio que toda suerte de personas profesaba a don Bosco. El reverendo padre dominico Jandel le consideraba modelo de santidad y prudencia: Nos escribía el reverendísimo padre F. Jacinto María Cormier, que fue más tarde Ministro General de los padres Dominicos, desde el convento de Bor. p. Nasac (Aveyron) 1, en julio de 1888, que él, al ordenar los documentos que se referían al P. Jandel había encontrado pruebas de su aprecio por el fundador de los Salesianos y de que en aquellos años dicho padre le había visitado con mucho gusto en Roma. Don Bosco, como hemos dicho, había ido a la ciudad eterna para varios asuntos, sin excluir los encargos recibidos en Florencia; pero lo que más le importaba era la aprobación de la Pía Sociedad y la facultad de conceder las dimisorias para las sagradas órdenes. Las negativas no habían logrado desalentar su heroica fortaleza. Había dado tiempo al tiempo, y volvía a suplicarlo, por escrito y de palabra, las más de las veces en vano; pero él, contento de poder presentar, aunque no fuera más que una pequeña razón cada vez, esperaba confiado. Pues bien, pese a las numerosas cartas comendaticias presentadas, enseguida se encontró con las incertidumbres y dificultades. 1 Bor. p. Nasac-Caserío de Najac (Aveyron). Después de muchas consultas, persona autorizadísima concluyó que: Bor. era Borde; p., prŠs, y Nasac, Najac; es decir Borde prŠs Najac, a lo que nos atenemos, diciendo en castellano: Caserío de Najac. (N. del T.) (**Es9.453**))
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