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((**Es9.443**) Fue en estas circunstancias cuando don Bosco se presentó varias veces en el palacio Pitti para ser recibido por el Rey, mas no le fue posible encontrarlo. Le dijeron que se hallaba fuera de Florencia. El mismo habló un día en Francia después de la comida en casa de una noble señora donde se hospedaba, de aquellos sus inútiles viajes al palacio real en Florencia, y en presencia del arquitecto Domingo del Piano, salesiano, sin hacer la menor referencia a los motivos que allí le habían llevado. Cuando él llegó a Roma se terminaba el proceso. Los acusados eran súbditos pontificios, sus delitos estaban probados y se podía prever cuál sería la sentencia de acuerdo con el código penal. El Gobierno Italiano temía verse obligado a actos violentos para acallar a las sectas que metían ruido por toda Italia, con insultos a la Casa Real, en defensa de los reos. Instantáneamente hubo en Roma quien, por medio de Cardenales influyentes, dio a conocer lo peligrosa que era una sentencia ((**It9.486**)) capital en aquellos tiempos tan turbulentos. El dulce ánimo del Pontífice se inclinaba de suyo a la clemencia; y la sentencia en segunda instancia, emitida en marzo de 1869, condenaba a Ajani y Lussi a cadena perpetua y a los demás a galeras. El Gobierno Italiano respiró. El 11 de abril celebraba el Pontífice el quincuagésimo aniversario de su primera misa y las Administraciones de Ferrocarriles de las líneas de Ancona y de Nápoles concedían por aquellos días una rebaja casi del 50 por 100 y ponían trenes extraordinarios. Pero don Bosco había ido también a Florencia para sus cosas. Conversó extensamente con el caballero Cantón sobre el modo de llegar a tener una casa en Roma junto a la iglesia del Santo Sudario y le habló del documento al que ya nos hemos referido. Cantón presentó a don Bosco algunos altos empleados, amigos suyos y buenos católicos, que a su debido tiempo le podrían ayudar ante el Gobierno. Por ahora tan sólo se debía estudiar el proyecto: y don Bosco exponía, para su norma, algunos preliminares de convenio que él ya había meditado y desarrollado en varios artículos. LA IGLESIA Y LA ASOCIACION DEL SANTO SUDARIO EN ROMA 1.° El sacerdote Juan Bosco, con el mismo espíritu del Instituto de Turín, titulado Oratorio de San Francisco de Sales, reemplazaría a la desaparecida sociedad o asociación del Santo Sudario que, de acuerdo con las cartas de fundación, además de las prácticas religiosas, tenía también la finalidad de hospedar a los peregrinos, (**Es9.443**))
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