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((**Es9.413**) seguidos y más fuertes, de modo que los de la familia creían que iban a perderlo muy pronto. Mandaron llamar a don Bosco; la Condesa protestaba que daría enseguida las dos mil liras sin poner más condiciones y que reconocía la gracia por la intervención de la Virgen, con tal de que cesaran aquellos desvanecimientos. Entregó las dos mil liras y al momento cesó el mal. Ahora disfruta el Conde de una salud como hacía mucho tiempo no había gozado, aun antes de la enfermedad. Don Joaquín Berto dio testimonio de la narración de don Juan Bautista Francesia, escribiendo: <>. Esta fausta noticia se divulgó rápidamente por las casas de la nobleza del Piamonte y la condesa de Camburzano, viuda desde hacía poco tiempo, escribía al caballero Oreglia: ((**It9.451**)) Fossano, 27 de diciembre de 1868 Apreciadisimo caballero Oreglia: No puedo expresarle la satisfacción que experimenté al leer las milagrosas noticias del conde Solaro. Gozo enormemente por la confianza que esta curación despertará en todos los corazones católicos, en todas las almas que sienten amor por María Auxiliadora: gozo, además, y mucho por mis sentimientos especiales de admiración y aprecio al conde Solaro. La Condesa debe estar loca de alegría: que piense en mí esa buena señora, para sentir más profundamente aún los favores celestes que recibe... Permítame recordar, después de esa gracia insigne, una más pequeña que recibí ayer, y no la confío más que a don Bosco y a usted. Por la tarde me anunciaron la visita del señor T... No había tiempo más que para elevar el corazón a la Santísima Virgen. Temía yo una discusión o cuando menos la explicación que se me había pedido sobre el asunto del nombre. Prometí incontinenti encargar una misa de cinco liras para conjurar el peligro. Entró, se desarrolló la visita cortésmente y no hubo la menor cuestión sobre aquel asunto. Ya ve usted, Caballero, que en mi viaje a Turín parece haya llevado conmigo una pizquita, o mejor diría, como una centella de las espléndidas gracias con las que María Santísima se complace colmar a los devotos de su bellísima iglesia. Me parece un justo deber de gratitud no pedir por el momento más gracias temporales,teniendo como obtenida del poderoso patrocinio de la Inmaculada Virgen María esta última del nombre. Pídale para mí espíritu de oración y resignación por la amarga separación de mi Victorio. En estos días solemnes de fin de año, he sentido más acerbamente la amarga partida, el aislamiento del corazón, que sólo una fe más viva podría mitigar... Condesa de CAMBURZANO (**Es9.413**))
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