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((**Es9.268**) por los rectores de las iglesias particulares y de las Obras de Beneficencia, representados por el teólogo Montá, Rector del Real Manicomio; el reverendo Bono, Rector de la iglesia de la Santísima Trinidad; el teólogo Roberto Murialdo; el teólogo Leonardo Murialdo, Rector del Colegio de los Artesanitos; el teólogo Bertoglio, Rector de la capilla real de la Sábana Santa; el teólogo Gaudi, Canciller de la Curia Arzobispal. Hacia el mediodía la señora María Casati, de Milán, hacía una ofrenda y presentaba el siguiente relato: <>. A las tres de la tarde se representó una comedia latina. Le gustaba a don Bosco que se tuvieran de vez en cuando estas funciones teatrales para ejercitar a los alumnos en la vocalización, y la lectura e inteligencia de este antiguo y majestuoso lenguaje, la lengua de Roma y de la Iglesia. Con ello demostraba que la ((**It9.283**)) religión no es, ni mucho menos, enemiga de la ciencia y de las letras. Los invitados eran nobles, respetables y doctos. Estaban, además de los Prelados, muchos otros personajes de la ciudad y forasteros, lo cual aumentó el entusiasmo de los actores y el deseo de representar bien su papel. La comedia elegida para aquel día se titulaba: Fasmatónices, palabra griega que quiere decir: Vencedor de los fantasmas y de los espectros. Es una de las muchas obras del célebre monseñor Rossini, obispo de Pozzuoli, famoso por sus producciones teatrales latinas. Está escrita en verso con metro y locución plautinas, lo que produce una amena novedad en el oyente. El argumento es éste: Un padre tiene que ir a Atenas para sus negocios y deja a un amigo (**Es9.268**))
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