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((**Es9.26**) -Al principio no quería recibirlos; después accedió a ello, pero de mala gana y sin muestras de arrepentimiento; así que hemos quedado poco edificados e incluso dudamos mucho de su eterna salvación; sentimos mucho que un joven del Oratorio haya tenido una muerte tan desagradable. Entonces yo procuré consolarlos, diciéndoles: -Si ha recibido los sacramentos esperemos que se haya salvado. No hay que desesperar de la misericordia de Dios. íEs tan grande! Pero no logré consolarles al intentar infundirle esta esperanza. Entretanto, lleno de dolor y con la mente turbada, pensaba en las fechas en que aquellos jóvenes habían muerto; cuando apareció un personaje, desconocido para mí, el cual acercándose me dijo: -Mira: son tres. Yo le interrumpí: ->>Y quién eres tú para hablarme con tanta familiaridad, tuteándome sin haberme visto nunca? -Escúchame, respondió; después te diré quién soy. >>Quieres que te dé una explicación de cuanto has visto? -Sí. >>Qué significan estos números? ->>Has visto, me replicó, el número 68, escrito sobre la puerta del ((**It9.14**)) jardín? Significa el año 1868. Durante él, deberán morir los tres jóvenes que te han sido indicados. Como has visto, los dos primeros están bien preparados; al tercero debes prepararlo tú. Y pensando si, en efecto, sería cierto que en el año 1868 morirían tres de mis queridos hijos, añadí: -Pero >>cómo puedes decirme eso? -Observa atentamente si se cumple lo que te he dicho y verás, me respondió. Ante la seguridad y la amabilidad de sus palabras comprendí que aquel personaje me hablaba como amigo y proseguí con él el camino, absorto en las palabras que le había oído decir. ->>Acaso estoy soñando?, exclamé. Pero aquí no hay nada de sueños, que estoy bien despierto. Veo, oigo, conozco... Y mi acompañante me dijo: -Sí, sí; esa es la realidad. Y yo añadí: ->>Realidad? Te ruego me atiendas. Me has hablado del porvenir; háblame ahora del presente. Lo que deseo que me digas es algo para repetírselo a mis jóvenes como aguinaldo mañana por la noche. Y él respondió: -Di a tus jóvenes que, así como los dos primeros en morir estaban preparados porque frecuentaban con las debidas disposiciones la santa comunión durante la vida, también en punto de muerte la recibieron con edificación de todos. El último, en cambio, no comulgaba en vida, cuando gozaba de salud, y por eso en el trance supremo la recibió con poca devoción. Diles que si quieren tener una buena muerte, frecuenten la sagrada comunión con las debidas disposiciones, y que la primera de todas, es una confesión bien hecha. El aguinaldo sea, pues, éste: La Comunión devota y frecuente es el medio más eficaz para tener una buena muerte y así salvar el alma. Ahora sígueme y presta atención. Y se adelantó un poco más por un sendero del jardín. Yo le seguía cuando, de pronto, vi concentrados, en un amplio espacio abierto, a(**Es9.26**))
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