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((**Es9.241**) otro y la Iglesia Católica, donde está la presencia real del hombre Dios, es la perfección del templo antiguo. Acompañó estas consideraciones con piadosos y elocuentes afectos que enternecían al atentísimo auditorio. La música estuvo en consonancia con la gran solemnidad. El sacerdote Cagliero, crecido y educado en el instituto de don Bosco, había compuesto un oratorio musical sobre la antífona Sancta Maria, succurre miseris, imitando el Tu es Petrus del Centenario. La estupenda composición fue interpretada maravillosamente por trescientas voces, que entonaban en la nueva iglesia el primer himno a María. El ilustre Maestro, que lo es por méritos, si no por título, ha sentido el primero, y lo ha hecho experimentar a todos, el significado de un pueblo que suplica en estos momentos a la gran Madre de Dios que socorra a los míseros y ayude a los pusilánimes, enardezca a los débiles e interceda por el clero, los religiosos, los monasterios, las ciudades, por Italia y por todos. Hermosísimo fue también el Tantum Ergo cantado por dos coros; uno de ellos parecía el coro de los ángeles, que, a manera de estribillo, añadía siempre el Veneremur a cada verso del Tantum Ergo y después el Jubilatio a cada verso del Genitori. En fin, el martes fue una grande y hermosa jornada para Turín y esperamos sea el principio de los nuevos y singulares favores que la Santísima Virgen prestará a la Iglesia y al Estado en la afligida Italia. ((**It9.251**)) >>Y qué más hizo don Bosco aquel día? Todo para todos, en los intervalos en que se vio libre de imprescindibles obligaciones, estuvo continuamente rodeado por los muchos forasteros que querían hablarle. Antes de vísperas permaneció en la escalinata que da a la puerta próxima a la sacristía para pasar a la capilla de san Pedro. Un gran gentío de devotos le rodeó durante largo tiempo. Había enfermos que pedían curación, devotos que querían besar su mano, curiosos que admiraban el espectáculo de un hombre admirado por todo el mundo. Y don Bosco bendecía a todos. Uno de los presentes dijo que había venido para obtener el alivio de un gran dolor de muelas. Don Bosco le sugirió que rezase una Avemaría y quedó curado al momento. Otro, ciego desde hacía años, recobró instantáneamente la vista. Era un estremecimiento de conmoción y de alegría universal; era una poderosa manifestación de la Virgen. Veremos cómo fue creciendo el entusiasmo religioso durante los días siguientes. (**Es9.241**))
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