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((**Es9.240**) ponerse bajo el manto de vuestra omnipotente protección; concederéis en fin, tras las muchas y graves calamidades públicas y privadas la tranquilidad del orden doméstico, social y religioso>>. El Tantum Ergo, otra meritísima pieza musical de Cagliero, cantado por un centenar de voces blancas desde la barandilla de la cúpula y por los cantores en el coro, produjo una conmoción indescriptible en todos. El Obispo de Saluzzo y el de Alba estaban de rodillas detrás del altar, junto a don Bosco. Monseñor Gastaldi, entusiasmado, abrazaba y sacudía su reclinatorio; monseñor Galetti, sereno e inmóvil, repetía de cuando en cuando: -íParaíso, paraíso! Al salir de la iglesia los fieles contemplaron el espectáculo de la cúpula iluminada con gas. Las estrellas que coronaban la cabeza de la estatua de María, el pedestal de ésta, una eme (M) colocada sobre la última cornisa, y la barandilla brillaban con centenares de llamitas. Esta iluminación se repitió todas las noches del octavario. Después de cenar, reunidos los alumnos de las tres casas, a la luz de millares de lamparillas, les habló don Bosco cantando, como escribió después en la narración que hizo de estas fiestas, un himno de reconocimiento a María: Almae Dei genitrici ((**It9.250**)) Mariae, amantissimae nostre ac potentissimae Auxiliatrici, perennes cum laudibus preces! (Diríjanse plegarias incesantes, entre alabanzas a María, madre generosa de Dios, nuestra amantísima y poderosa Auxiliadora). La Unidad Católica, del 11 de junio de 1868, describía así este primer día del octavario: Consagración de la iglesia de María Auxiliadora. El pasado martes, 9 de junio, su Excelencia Rvma. nuestro Arzobispo, consagraba la nueva iglesia levantada en Turín por obra de don Bosco y dedicada a María Santísima Auxilio de los Cristianos. A esta iglesia, abierta ayer, no le falta nada; en ella todo es grande como la idea que la concibió y la caridad que la fabricó. Comenzando por el bellísimo cuadro del altar mayor, obra maestra del caballero Lorenzone, uno de nuestros más insignes pintores, volviendo los ojos de uno a otro lado se admira por todas partes riqueza de mármoles y preciosidad de trabajos. La iglesia ha sido construida por los pobres y para los pobres, pero ellos han querido que la casa de nuestra gran Madre resultase lo más hermosa y rica posible y María Santísima les ayudó en su noble y filial deseo. Una multitud de turineses acudió el martes a la nueva iglesia, principalmente por la tarde, cuando el Arzobispo de Turín pontificó las vísperas e impartió la bendición con el Santísimo Sacramento. El Obispo de Casale pronunció una estupenda homilía, explicando la liturgia católica para la consagración de una iglesia y la armonía entre el Antiguo y el Nuevo Testamento; haciendo ver cómo uno copia al (**Es9.240**))
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